En un escenario económico marcado por una persistente escalada inflacionaria, la situación de las familias argentinas se ve cada vez más comprometida. Según la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, una familia tipo porteña, compuesta por un matrimonio y dos hijos menores, requirió de un ingreso mensual de $249.648 durante el pasado julio para evitar ser clasificada como pobre, evidenciando un incremento del 5,8% en comparación con el mes anterior.

El análisis también arroja que para alcanzar el estatus de clase media se necesitó un ingreso que superase los $384.417 en el mismo periodo. Cabe destacar que ambas cifras no incluyen los gastos de alquiler ni expensas, lo que añade una capa adicional de complejidad a la situación financiera de las familias.

La Dirección de Estadística reveló, además, que la línea de indigencia para una familia tipo ascendió a $138.535 en julio, experimentando un incremento del 5,8% respecto a los $131.333 de junio. En un análisis más amplio, la cifra se eleva al 121,4% en comparación con julio de 2022, cuando la línea de indigencia se situaba en $61.245. Esto cobra relevancia considerando que la inflación promedio en el mismo periodo fue del 117,9%.

Una visión más completa emana cuando se incorporan los costos de vivienda. Si se suma el alquiler a la canasta básica de pobreza ($249.648), se determina que una familia tipo necesitó más de $350.000 en total para evitar el flagelo de la pobreza.

Este sombrío panorama puede atribuirse a diversos factores que convergen. A pesar de haber registrado mayores niveles de empleo, el predominio de trabajos precarios en los sectores informales con ingresos limitados, junto con incrementos salariales insuficientes para enfrentar la creciente inflación, perpetúan el ciclo de aumento de la indigencia y la pobreza, coinciden analistas.

En la Ciudad de Buenos Aires, durante el primer trimestre de 2023, la pobreza afectó al 15,8% de los hogares (equivalente a 213.000 familias) y al 21,8% de la población (673.000 personas en total). La indigencia también mostró un incremento, alcanzando al 5,5% de los hogares (74.000) y al 8,4% de las personas (259.000 en total), según el informe presentado.

Un análisis a largo plazo resalta que en los primeros siete meses de este año, la canasta básica de indigencia porteña, que refleja la inflación de los sectores más desfavorecidos, aumentó un 66,2%, mientras que la inflación promedio fue del 62,3%. Y la de pobreza, por su parte, aumentó un 63,2%.

En lo que respecta a los rubros, el menor incremento mensual de la canasta de indigencia en julio, en comparación con una inflación del 7,3%, se explicó por un aumento más moderado en Alimentos y bebidas no alcohólicas, que promedió una suba del 5,6%. Los mayores impulsos provinieron de categorías como Pan y cereales (7,3%), Leche, productos lácteos y huevos (6,7%), Carnes y derivados (3,2%) y frutas y verduras (3,5%), rubros de alta relevancia en la canasta alimentaria.

A pesar de estos incrementos, la carne y sus derivados se destacaron por su menor aumento mensual y su acumulación interanual de tres dígitos. Los aumentos promedio de los últimos 12 meses ascendieron al 119,2%, con detalles como Pan y cereales con una suba del 118,8%, Carnes y derivados con un aumento del 95,4%, Pescados con un incremento del 111,1%, Leche, productos lácteos y huevos con una alza del 137,4%, y Frutas con un impactante aumento del 153,1%, entre otros.