En un contexto político tensionado por el cierre de alianzas electorales en la provincia de Buenos Aires y con su figura excluida de la competencia, Cristina Fernández de Kirchner reapareció este 9 de julio con un mensaje grabado desde su prisión domiciliaria en Constitución. La expresidenta no habló de internas, candidaturas ni pujas partidarias. Su discurso evitó por completo cualquier señal hacia la reconfiguración del peronismo bonaerense y se concentró, en cambio, en una crítica demoledora al gobierno de Javier Milei. Con un tono confrontativo, denunció la profundización del endeudamiento externo, cuestionó el acuerdo con el FMI y alertó sobre el impacto directo de esa dependencia en la vida cotidiana de millones de argentinos.
Salvando distancias de tiempo, régimen y geografía, lo que Cristina hace hoy -enviando audios grabados desde su casa de Constitución a actos del peronismo- remite inevitablemente a cierta liturgia que el movimiento ya conoce: los mensajes magnetofónicos que Juan Domingo Perón hacía llegar desde Puerta de Hierro durante los 18 años de exilio. Aunque en vez de casetes clandestinos que se reproducían a escondidas, sus palabras viajan por redes sociales y se reproducen por parlantes ante militantes que pasan a saludarla con bocinazos desde la vereda. Una tecnología más moderna para un ritual que conserva, intacto, su potencia simbólica.
Con voz afónica y afectada por una gripe, Cristina Fernández de Kirchner envió este miércoles un mensaje al acto que el peronismo organizó en Parque Lezama para conmemorar el Día de la Independencia, un disparador que quedó bajo el paraguas, señalado en cartelería y banderas, del ecuménico "Argentina con Cristina" lanzado desde que quedó confirmada su sentencia. Desde su casa de la calle San José, donde cumple prisión domiciliaria, la expresidenta reapareció públicamente con un discurso grabado que evitó deliberadamente toda referencia al escenario electoral. En cambio, eligió centrarse en una crítica profunda al endeudamiento externo y a las consecuencias del programa económico que lleva adelante el presidente Javier Milei.
"¿Somos realmente libres o independientes? ¿O estamos otra vez ejecutando políticas dictadas desde afuera?", planteó Fernández en uno de los tramos más duros del mensaje. Para la exmandataria, la Argentina atraviesa hoy "el mayor grado de dependencia" desde 1956, cuando, tras el derrocamiento de Perón, el país retomó su vínculo con el Fondo Monetario Internacional.
A lo largo de más de 20 minutos, Cristina evitó cuidadosamente toda alusión a la interna del peronismo ni al cierre de alianzas que se aceleró en las últimas horas en la provincia de Buenos Aires. Tampoco mencionó su exclusión de las listas, pese a que hasta hace semanas se especulaba con una eventual candidatura. En su lugar, dedicó cada frase a cuestionar lo que definió como "un verdadero problema estructural" de la economía argentina:el endeudamiento compulsivo y sus efectos corrosivos sobre la sociedad.
"La Argentina no produce suficientes dólares para desarrollarse y al mismo tiempo pagar el endeudamiento serial, compulsivo y fugador al que nos sometieron los gobiernos de Macri y de Milei", advirtió. En ese sentido, alertó que los vencimientos de capital e intereses más pesados "los van a tener que afrontar los próximos dos gobiernos", ya que hasta ahora no se ha abonado "ni un solo peso de capital" al Fondo Monetario.
"Más que una pared de vencimientos, tenemos una muralla infranqueable que hay que pagar en dólares contantes y sonantes", remarcó. Y subrayó que la Argentina es hoy "el principal deudor del Fondo a nivel global". A esa situación, sumó el riesgo de un nuevo desembolso por parte del organismo: "Ya nos dieron 12.000 millones a Milei y le han prometido una apertura de 8.000 millones más".
El mensaje tuvo momentos de ironía, apelaciones emotivas al "pueblo peronista" y llamados a encarar el futuro con "las tres C: cabeza, corazón y coraje". Pero sobre todo, tuvo una carga explícita contra lo que describió como el modelo económico de Milei, orientado -según dijo- a "hacer desaparecer a la clase media argentina" y consolidar un país "para el 30% más rico".
Cristina ilustró su argumento con datos sobre el endeudamiento de las familias. "El 90% de la población tiene deudas, el 12% de los hogares tiene más de tres deudas a la vez, y el 76% no tiene cómo pagarlas. Muchos ya están en mora", enumeró. Y fue más allá: "De cada cuatro deudas, tres se originaron en el 2024. Durante el primer año del economista experto en crecimiento con o sin dinero".
El endeudamiento, sostuvo, no se limita al Estado, sino que abarca también a los hogares y a las empresas. "Deuda pública, deuda familiar y deuda privada. Como ya hemos empezado a ver, empresas que caen en default, fábricas que suspenden personal o directamente despiden", denunció.
Sin nombrar directamente al Presidente, Cristina aludió varias veces al "desgobierno de Milei" y al rol del ministro de Economía. "Quieren consolidar un modelo a la peruana, esa que tanto le gusta al Toto Caputo", ironizó. Según su análisis, el esquema actual busca cerrar las cuentas a costa de "condenar a la mayoría a vivir sin movilidad social, sin dignidad, sin futuro".
El mensaje, emitido mientras se desarrollaban los últimos acuerdos entre La Libertad Avanza y el PRO para las elecciones bonaerenses, y mientras las distintas tribus del peronismo provincial ajustaban detalles para formalizar su alianza, evitó cualquier alusión a esos movimientos. Ni Máximo Kirchner, ni Axel Kicillof, ni Sergio Massa fueron mencionados. Tampoco el partido "Derecho al Futuro", ni las conversaciones entre el kirchnerismo, el massismo y el gobernador.
"Este nunca fue el proyecto de la Argentina. Y en fechas como hoy, 9 de julio, es muy bueno recordarlo", dijo. Sobre el final, insistió con que la independencia está "en peligro" y llamó al peronismo a asumir la responsabilidad de defenderla. "Nos toca a nosotros, como siempre. Si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie", sentenció.
Cristina cerró con un saludo por el Día de la Independencia y con una promesa implícita de continuidad política. "Lo vamos a hacer, como ya lo hemos hecho, y lo vamos a volver a hacer una y mil veces".