Con obligaciones pendientes para este año que se prevé cubrir con casi 40% de las reservas internacionales del Banco Central, la administración de divisas juega un papel vital en la intención del Gobierno por llegar a las elecciones sin grandes sobresaltos. La Argentina atraviesa un período marcado por la caída del comercio exterior y la escasez de inversiones, que redujo el acceso de divisas fundamentalmente al swap con China y el aporte que pueda surgir de las exportaciones del sector cerealero. Y ante la falta de ingresos, el camino para que cierren los números es complicar la salida de dólares, ya sea mediante la restricción del giro de dividendos o de las importaciones, aunque ello complique la reactivación de la economía.

A la luz de la experiencia reciente, no son pocos los kirchneristas que consideran menos gravoso para sus intereses electorales atravesar un 2015 con la actividad estancada antes que sufrir una fuerte devaluación de la moneda por falta de divisas. Sobre todo por el malhumor social que generó lo ocurrido hace casi un año atrás, cuando en un par de días el valor del peso cayó un 15%, con el consecuente aumento de la presión inflacionaria y la pérdida de poder adquisitivo para los salarios de quienes en pocos meses deberán decidir el futuro del país en las urnas.