Es un mundo donde se comienzan a definir los grandes bloques geográficos, que dejan atrás un pasado decimonónico, de enfrentamientos por la consolidación de espacios territoriales en demostración del ejercicio de la soberanía y que poco a poco va transformando los objetivos nacionales en regionales, como pasa en Latinoamérica, con el Mercosur y la Unasur.
En el norte del Continente americano hace años que existe un consolidado NAFTA (EEUU, Canadá Y México) y ahora viene creciendo la Alianza del Pacífico.
L a Argentina no puede, ni debe, eludir su responsabilidad regional que es donde comienza nuestra afirmación cultural y política que nos debe conducir al desarrollo.
Con el triunfo de Dilma Rousseff y su nuevo plan económico con el objetivo de volver al crecimiento luego de períodos de no crecer, beneficiará de concretarse, nuestra relación comercial y a todo el Mercosur. Debe tenerse en cuenta que la relación bilateral con el Brasil, pasa también por la relación que la Argentina tenga con los otros socios de ese ámbito regional, es por ello que el marco más conveniente para nuestro país es tener un relacionamiento que incluya a los otros actores del sub-continente
Los resultados de nuestra relación bilateral repercuten en el Continente entero y no es conveniente para nuestro país mantener encapsulada la relación con el Brasil en el marco bilateral, ya que se ha perdido equilibrio y de tener un potencial similar como hace 60 años con un PBI similar hoy aproximadamente, nuestro PBI es solamente un cuarto del brasileño (u$s 450 mil millones contra u$s 1.600 millones).
Este desbalance macroeconómico que hace que la relación bilateral no tenga el balance adecuado debe ser moderada a través de una fuerte presencia económico-comercial argentina en los países limítrofes que debido a su historia y la lengua se encuentran más cerca de la Argentina. No obstante ello, sus economías se han ido alejando y acercándose al Brasil, debido a la falta de una política exterior comprensiva y generosa por parte de los sucesivos gobiernos argentinos que priorizaron ventajas tácticas y dejaron de tener una visión estratégica.
El futuro de nuestra relación con e
l Brasil pasa entonces, en primer lugar, por restablecer relaciones armoniosas, francas y cordiales con el Uruguay, en primer lugar y con el Paraguay en segundo término (finalizar definitivamente luego de años, con la cuestión de Yacyretá es un hecho prioritario, sin ello no habrá solución definitiva y el Paraguay continuará con su política dual).
El triunfo de Tabaré Vazquez en las recientes elecciones en el Uruguay puede ser el comienzo de una nueva etapa. Los errores cometidos por el ex Presidente Kirchner en agrupar a todos los gobernadores argentinos en un acto a metros de la frontera, para apretar al Uruguay haciéndolo desistir de construir una fábrica de papel a orillas del Río Uruguay quedará en los libros de historia de las relaciones internacionales, en el ejemplo elocuente de lo que no debe hacer un país más grande y poderoso con un vecino más chico pero, justificadamente, orgulloso de su existencia como Nación independiente.
Más allá de las lógicas medidas ambientales que nuestro país debe defender y cuidar la forma en que se realizó la defensa de ellas, el gobierno argentino al malvinizarlas torpemente no hizo más que alejarnos del objetivo del control del daño ambiental para caer en uno de esos viejos partidos de fútbol de la antigua Copa Libertadores, que terminó en la Corte Internacional de la Haya con resultado negativo para la Argentina dado que la empresa finlandesa, Botnia, no solamente sigue funcionando, sino que ha aumentado su producción con posterioridad al fallo.
Por todo ello, la Argentina dentro del Mercosur debería comenzar a jugar un rol similar al que jugara Francia en la construcción de la Unión Europea, convertirse en el país que aglutina y defiende el interés de los socios más pequeños, ganar el prestigio y su confianza otorgándole el soft power y convertirse en un actor de relieve en el marco global.
Por otra parte el Mercosur debe irse ampliándose y adaptándose a los tiempos que corren en Latinoamérica y el mundo, dejando de lado ideologías y dogmatismo que nos encierran y nos imposibilitan integrarnos a un mundo en el que ya no definen solamente las potencias de antaño, un mundo globalizado, un mundo donde emergen nuevos actores y en el cual la Argentina y la región tienen mucho para ganar de cara al futuro.