De las 11 elecciones provinciales que se realizaron en lo que va del año, en nueve ganaron los oficialismos. Los dos distritos donde ganó la oposición eran muy esperables, previamente. Esto lleva a pensar cuánto cambio realmente está queriendo el electorado, si bien estos resultados previos no son automáticamente trasladables a la elección presidencial.

En el caso de la Capital Federal nunca existieron dudas sobre un triunfo del PRO, aunque falte la segunda vuelta, desde por lo menos un año atrás. Los factores son claros. En primer lugar, la gestión de Macri tuvo durante todo este segundo mandato una aprobación superior al 60%, e incluso en el momento en que se estrenó el Metrobus de la 9 de Julio superó largamente ese porcentaje. También es concreto que el segundo período además fue mucho más positivo en términos de opinión pública que el primero, reconocido por propios y extraños. En tercer lugar, más allá de la gestión, el PRO se ha instalado como una marca sólida en el distrito. Y por último, durante estos últimos cuatro años tampoco se constituyó una oposición con posibilidades: el intento de UNEN de 2013 terminó diluido de la peor manera, y desde el kirchnerismo nadie se planteó un trabajo de largo plazo para volverse más competitivo.

Respecto a Córdoba, si bien De la Sota venía remando bastante bien con la gestión y Schiaretti era una buena carta como candidato oficialista, el experimento de un frente opositor tripartito -radicales, PRO y Luis Juez- generaba una gran expectativa. Esa tiple alianza nació ganadora en la elección municipal de Marcos Juárez y generó especulaciones sobre una réplica semejante a nivel nacional.

Para ser la quinta vez que se somete el peronismo de De la Sota a la urnas el resultado es positivo, aunque estaría resignando casi cinco puntos respecto a 2011. En ese momento el kirchnerismo no tuvo candidato a gobernador, que ayer estaba sumando cerca del 18% de los votos, lo cual la convertiría en la mejor elección provincial que lograría la tropa de la presidenta en tierra cordobesa. Ante ese escenario, vale preguntarse si tendrán los resultados de ayer impacto sobre las PASO nacionales del 9 de agosto. Probablemente, no.

En relación al Frente para la Victoria, su principal fortaleza no está en los cuatro grandes distritos donde ya se votó, los cuales ya se han manifestado reacios al kirchnerismo. Por lo tanto, lo que sucede no es parámetro.
Sobre Macri, su victoria en la Ciudad de Buenos Aires era totalmente esperable, como ya se comentó al principio de esta columna, lo que diluye la expectativa. Además, sus dos grandes apuestas en el interior eran Santa Fe y Córdoba, con resultados negativos. Está claro que ya no hay ola amarilla. Mientras, Massa tocaba algo de costado en Córdoba con un triunfo de su aliado, en La Rioja con el candidato a vicegobernador y en Corrientes con el cabeza de la lista legislativa provincial. Los resultados, se prevé, no le ayudarán mucho, pero al menos le dan motivos suficientes para seguir en la pelea presidencial.