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Libertarios y comunistas comparten algo: ambos grupos, si bien distanciados ideológicamente, dicen saber cómo crear un verdadero paraíso en la Tierra. Los libertarios suelen decir que si tan solo se les diera la oportunidad, demostrarían que su ideología (por supuesto...) es la única y verdadera capaz de sacar a la humanidad de las crisis económicas y sociales. Si tan solo el peso del Estado se levantara de los individuos, el mercado organizaría la sociedad de la mejor manera. Aunque lo cierto es que los libertarios intentaron, una y otra vez, construir su utopía y se chocaron de lleno con la siempre presente e inamovible realidad. El último caso, más no el único, es el de El Salvador.

A más de un año de su implementación, el uso de Bitcoin en El Salvador parece ser escaso, en un contexto donde la cotización de Bitcoin cayó 60% de su valor desde que comenzó el experimento y el país sigue enfrentándose a un crecimiento económico en picada y a un elevado déficit.

Puede tomarse como indicador el ratio deuda sobre PIB de El Salvador que va a alcanzar casi el 87% este año, lo que pone al país al filo de no poder pagar sus obligaciones crediticias, como proxy de la sanidad de sus finanzas públicas. El FMI, de hecho, lo tiene en la mira como un fuerte candidato al default.

El proyecto cripto de El Salvador no se trató solamente de una reglamentación para el uso de Bitcoin como moneda de curso legal, fue un paquete entero de medidas orientadas a potenciar la economía, particularmente, el movimiento del dinero y la actividad económica. Como parte de la ley, los precios se cotizan a veces en bitcoin, las contribuciones fiscales, como los impuestos y los trámites burocráticos, pueden pagarse con cripto y los exchanges tienen facilidades fiscales para operar; como no tener que pagar el impuesto sobre las ganancias de capital.

Lo que es más, la presidencia de El Salvador promovió la ley como una forma de potenciar la inclusión financiera, argumentando incluso que el 70% de la población no tiene acceso a los servicios financieros tradicionales, según los argumentos de la propia "Ley del Bitcoin". El gobierno invirtió en una aplicación para utilizar Bitcoin llamada Chivo, que contaba con ventajas diferenciales sobre la competencia como no pagar fees por transacciones y la posibilidad de hacer pagos crossborder.

A principio de año el presidente de El Salvador festejó que alrededor del 60% de la población, (unas 4 millones de personas) utilizaban la aplicación, y que había más salvadoreños con monederos Chivo que con cuentas bancarias tradicionales. Pero un informe publicado en abril por la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE.UU. mostró que sólo el 20% de los que descargaron el monedero siguieron utilizándolo después degastar el bono de u$s 30 que ofrecía la app como bienvenida. Respecto a esto, incluso se conocieron casos de phishing y estafas digitales, ya que ciertos actores maliciosos engañaron a los usuarios legítimos para conseguir sus números de identificación y transfirieron los saldos de regalo a sus propias billeteras. Las transacciones en Bitcoin, a diferencia de los bancos tradicionales, son prácticamente irreversibles.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador

El plan de El Savaldor ni siquiera sirvió para ahorrar los gastos en remesas internacionales, que representa más del 20% del producto interior bruto de El Salvador, con algunos hogares recibiendo hasta más del 60% de sus ingresos exclusivamente por esta vía. Los servicios tradicionales pueden cobrar un 10% o más en comisiones por esas transferencias internacionales, que a veces pueden tardar días en llegar además de tener que retirarse como moneda papel en establecimientos físicos. Bitcoin podría haber sido una solución a esto, gracias a su rapidez y bajas comisiones.

Otros casos

Así y todo, no es la primera vez que los supuestos libertarios se chocan con la realidad. Durante la crisis de 2008, la ciudad de Colorado Springs (en Colorado) tomó la drástica decisión de recortar fuertemente los gastos gubernamentales para darle pelea a la crisis económica. Se tomaron medidas como apagar un tercio del alumbrado público, cerrar los baños públicos, reducir los servicios de transporte público y recortar la financiación de la policía, los bomberos, la limpieza pública y los parques de la ciudad, incluyendo el cierre de las piscinas. La ciudad empezó a cobrar u$s 125 por volver a encender las luces de una calle.

Incluso más atrevido y fantasioso fue el proyecto de "la Quebrada de Galt", en Chile, en el año 2012. Se trataba de una comunidad autosustentable en quebrada del valle de Curacaví, nombrada en honor a la locación ficticia (dato clave) del libro La Rebelión de Atlas de Ayn Rand. La idea era que se convierta en un paraíso libertario, autosustentable y fuera de cualquier control estatal. El proyecto terminó en un cúmulo de estafas, problemas en los títulos de propiedad e, irónicamente, juicios en la justicia gubernamental.

Otro ejemplo, que se relaciona con el caso de El Salvador, fue el de Silk Road. Este fue el primer Marketplace a gran escala que utilizo Bitcoin como medio de intercambio. Era un sitio de comercio electrónico libre y sin censura, donde no había regulaciones estatales y el método de pago era con criptomonedas. El sitio degeneró, desde 2011, en un Marketplace enfocado en drogas ilegales y servicios de hacking, piratería e incluso asesinatos a sueldo (aunque jamás se conoció un caso real y se presupone que todas eran estafas, el mercado estaba allí).

Si bien Silk Road terminó cerrando, tuvo fallas estructurales. Por caso, los vendedores podían guardar las direcciones de envío de sus clientes lo que luego se utilizaría para chantajear. El destino de Silk Road parecía responder negativamente a una cuestión libertaria fundamental: si los mercados libres pueden existir sin la amenaza de la fuerza.

En resumen, pareciera que los libertarios ya han respondido a sus propia pregunta: las personas parecen no aceptar libremente el ideario libertario, ya sea económicamente o socialmente. Y el caso de El Salvador es otro experimento fallido de una larga lista que poco tiene que envidiarle a los experimentos comunistas.

La lección está a la vista: la solución a los problemas financieros de la Argentina, seguramente, no se solucionen ni haciendo explotar el Banco Central ni cambiando el peso por el Bitcoin.