Definir una visión atractiva que oriente a sus países en temas de política exterior es una función básica de cualquier gobierno. Entendiendo que las visiones no pueden ser sólo una manifestación de deseos, sino expresiones de ilusiones que deben ser cumplidas. No son fáciles de ser llevadas a cabo, e incluyen cambios notorios de comportamiento, orientación y organización para ser realizadas.
Una visión debe ser aspiracional y puede estar anclada en elementos geográficos o emocionales. Un ejemplo basado en lo geográfico es la visión china denominada “One Belt, One Road (Una Franja, una Ruta), que unifica una ambiciosa serie de inversiones en infraestructura a través del continente asiático, bajo la idea de recrear la histórica ruta de la seda, que unió a China con Europa. La construcción de esta red proyecta a su vez la influencia creciente china en Eurasia. Un ejemplo más cercano que apeló a la geografía es el que adoptó Chile, al manifestar querer convertirse en “un puente entre Asia y América .
Entre los ejemplos de visiones aspiracionales ligados a lo emocional podemos citar las diferentes visiones “de grandeza brasileñas a lo largo de los siglos XX y XXI, ancladas en su tamaño y en la dimensión global de sus aspiraciones. Podemos mencionar a su vez, la visión del presidente Donald Trump, “America First , que propone poner en primer plano el bienestar y la dignidad de cada ciudadano norteamericano.
Entre las visiones ligadas a lo emocional podemos ubicar a la expresada por el gobierno Menem, “la vuelta al primer mundo , que pareció materializarse en la primera mitad de los años noventa, y que al terminar debilitándose en la segunda mitad de esa década, dejó la sensación de ser algo exagerada.
En este contexto, el presidente Macri y el jefe de gabinete Peña, han hablado sobre el gran diferencial que existe entre la realidad y el potencial de la Argentina, sin poder explicar de manera clara y consistente como debemos “hacer de nuestro potencial una realidad .
Los conceptos utilizados, el de “la vuelta al mundo , y el de la “inserción internacional inteligente , no han sido lo suficientemente claros ni orientadores. El primero puede ser traducido como “volver al mundo occidental , aunque la Argentina no pudo haberse desconectado demasiado de dicho mundo, si sus exportaciones habían alcanzado un pico histórico en 2011, con gran diversificación de destinos a nivel global.
Con respecto a la “inserción internacional inteligente , claramente ésta no se reflejó en las exportaciones, que prácticamente no crecieron en 2016-2017, ni en las cuentas externas, ya que se llegó a un récord en el déficit comercial y en el de cuenta corriente.
Por otro lado, dos objetivos que debían orientar la política exterior, no fueron consistentes con la visión económica expresada. El primero, el lograr una “pobreza cero , no era compatible con la idea de crecer a 3% durante veinte años, ya que se necesita un crecimiento de por lo menos 7% para sacar a cantidades significativas de ciudadanos de la pobreza, como lo han demostrado China, India y Brasil, durante el tiempo de Cardoso y el primer gobierno de Lula.
El segundo, “lograr la unidad de los argentinos , no fue consistente con una política que se enfocó demasiado en el progreso de los sectores productivos extractivos (agricultura, minería, combustibles), dejando de lado a los habitantes ligados a la mayoría de los otros sectores productivos. Tampoco prosperó la idea de convertirnos “en el supermercado del mundo , ya que, entre otras cosas, no se cumplieron con las tres recomendaciones básicas para impulsar las exportaciones, indicadas por el ex ministro de Hacienda chileno Hernán Büchi: mantener un tipo de cambio real alto en el tiempo, no exportar impuestos, y utilizar la promoción comercial.
El no poder expresar una visión clara y aspiracional, no es monopoliio del actual gobierno. En efecto, el ex ministro de Relaciones Exteriores alemán Joschka Fisher recalca que en un contexto de perceptible debilidad de la mayoría de los Estados ocidentales, es demasiado frecuente observar cómo lo que llama “la tecnología del poder da lugar a ideas pequeñas, sin lograr expresar una visión coherente. Fischer también afirma que los “tecnólogos del poder , parecen haber olvidado que los liderazgos democráticos no sólo deben proveer resultados materiales, sino que deben también elaborar visiones, forjar identidades y dar sentido a lo que hacemos.
Si como decía Charles de Gaulle, “nuestros sufrimientos son nuestras lecciones , la reciente brusca devaluación del peso nos ofrece la posibilidad de, como parte de nuestra política exterior, poner énfasis en una visión exportadora. Una visión que no sólo busque equilibrar las cuentas externas para evitar nuestros recurrentes desequilibrios económicos. Sino que permita, a través de un aumento significativo de las exportaciones, poder alcanzar el nivel de vida al que aspira cada argentino.
Esto implica un esfuerzo conjunto para realizar los cambios necesarios en nuestra estructura productiva, y dar la posibilidad a la mayor parte de los sectores productivos posibles a competir regional y/o globalmente. Así, un objetivo nacional debería ser, como ha dicho el experto Michael Porter, desarrollar la habilidad de lograr precios altos en los mercados extranjeros para nuestros productos.
Esta visión exportadora, que podemos llamar “triunfar afuera para realizarnos adentro , tiene componentes geográficos y emocionales y debe ser lo más inclusiva posible en cuanto a sectores productivos y regiones geográficas, para favorecer a la mayor cantidad de ciudadanos posible. Para lograr satisfacer las expectativas y ambiciones de cada argentino, se deberá apuntar a que nuestras exportaciones evolucionen hacia un valor equivalente al 25% del PBI, traccionando con ello un crecimiento del 7% anual del mismo. Estos niveles de crecimiento sí nos llevarán a reducir significativamente la pobreza.
Para “triunfar afuera para realizarnos adentro , necesitamos liderazgos empresariales y políticos dinámicos, respetar los principios mencionados (tipo de cambio alto, no exportar impuestos, promoción comercial), y fomentar la creatividad y la productividad. Serán necesarios a su vez acuerdos básicos entre el Estado, las empresas y los sindicatos, a sabiendas de que no hay país que se haya desarrollado en las últimas 7 décadas que no haya seguido este sendero.