Hoy los libertarios festejamos el día de la Libertad en recuerdo al nacimiento de Milton Friedman quien sin dudas ha sido el máximo divulgador de dichas ideas. La obra del Coloso de Chicago podría agruparse en tres categorías: (i) escritos académicos que desenmascaran el fraude intelectual keynesiano, (ii) obras de divulgación y (iii) el material que surge de sus conferencias. Sin embargo, dado el pestilente arraigo de las ideas de Keynes en Argentina sólo haré foco sobre las contribuciones académicas.

La idea de Keynes era instaurar el comunismo por mano suave, lo cual explica su apoyo a las ideas de Hitler, Mussolini y a la revolución rusa. Es más, en el prólogo de la Teoría General a la edición en alemán señala: "No obstante, la teoría del producto en su totalidad que este libro tratará de ofrecer es, por mucho, más fácilmente adaptable a las condiciones de un Estado totalitario que la teoría de la producción y distribución de un producto dado bajo las condiciones de libre competencia y en buena medida de Laissez Faire".

El nefasto libro de Keynes consta de (i) una función de consumo que depende del ingreso corriente, lo cual no sólo quiebra la idea intertemporal del ahorro dependiendo de la tasa de interés volviéndolo en un mero residuo sino que a su vez crea la falacia del multiplicador, (ii) la inversión depende del humor de los empresarios, (iii) los individuos podrían demandar dinero infinitamente, (iv) ilusión nominal y (v) precios determinados como un mark-up del costo laboral. Así, ahorro-inversión determinan el producto, a partir de lo cual surge la demanda de trabajo que junto a su oferta arroja el salario nominal.

Luego, dado el mark-up se pasa a deriva el nivel de precios. Por último, en el mercado de dinero se determina la tasa de interés. Bajo este marco, la política fiscal se volvía todo poderosa, el derroche público una virtud y la política monetaria un mero instrumento para financiar al fisco. En el fondo, el libro no era más que un panfleto escrito a beneplácito de políticos mesiánicos y/o corruptos.

El primer gran hito de Friedman fue su ensayo epistemológico sobre economía positiva, el cual ponía su foco sobre la validez empírica de un modelo más que en sus premisas subyacentes, lo cual sustentó la paliza a los keynesianos en el campo de los datos.

Luego desarrolla una función de consumo intertemporal basada en la hipótesis del ingreso permanente. Así, el consumo respondía de modo pleno a cambios en el ingreso permanente, mientras que ante cambios transitorios la respuesta sería casi despreciable. Por lo tanto, no sólo el ahorro volvía a depender de la tasa de interés, sino que además se desvanecía la falacia del multiplicador que adjudicaba a los políticos el milagro de la multiplicación de los panes.

Por otra parte, frente a la aceleración inflacionaria que vivía EE.UU. en los 50, Friedman decide recuperar la Teoría Cuantitativa del Dinero de Hume y Fisher. La hipótesis keynesiana implicaba una demanda de dinero altamente volátil y que frente aumentos en la cantidad de dinero esta sería absorbida sin impacto en precios.

Frente a esto, Friedman postula que la demanda de dinero es una función estable y que ante un aumento en la cantidad de dinero por encima de la demanda del mismo, el resultado será un aumento de precios, lo cual resultaba consistente con la evidencia empírica.

En 1963, junto a Anna Jacobson Schwartz, publica La Historia Monetaria de los Estados Unidos (1867-1960), cuyo capítulo 7, La Gran Contracción de 1929-1933, no sólo se prueba la potencia de la política monetaria, sino que además pulveriza la idea de los precios rígidos a la baja y desnuda la confusión keynesiana respecto a la ilusión nominal en la determinación de la inversión, donde si bien la tasa de interés nominal podía ser nula, dada la deflación, la tasa real era enorme. Por lo tanto, ahora la política fiscal ya no era todo poderosa y la política monetaria tenía un rol más que significativo.

Frente a esta paliza, los keynesianos se refugiaron en la Curva de Phillips la cual daba un argumento para las políticas activas. Ante ello, Friedman (1968) agrega a dicha curva las expectativas de inflación, por lo que ahora las políticas activas sólo podrían bajar el desempleo de modo transitorio y que al final de la historia éste volvería a su tasa natural pero con una inflación más alta, hecho además avalado por la evidencia empírica.

En definitiva, la contribución académica de Milton Friedman es el testimonio de una lucha por recuperar la Libertad frente al avance colectivista en favor de la corporación política impulsado por Keynes. Si bien Friedman ha triunfado tanto en el plano de las ideas como en lo empírico, los políticos no resignan sus privilegios, motivo por el cual debemos seguir luchando.

¡Viva la Libertad!