Javier Milei prometió el domingo rectificar errores políticos y redoblar sus esfuerzos económicos. También habló de autocrítica, pero no mucho más. Hasta ahí, sus palabras están a la altura del durísimo revés que sufrió La Libertad Avanza en Buenos Aires. Lo que todavía no está claro es sobre qué diagnóstico actuará. Porque los reclamos internos a favor de aplicar correcciones empiezan en el gabinete y siguen hasta la política monetaria. Por eso había mucha expectativa ayer sobre las reuniones realizadas en la Casa Rosada, en las que hubo catarsis de todo tipo. Se escucharon desde cuestionamientos al abandono del vínculo con las provincias que abrió la puerta a derrotas legislativas, hasta la saga del escándalo de los audios, que ya había puesto en la picota a Karina Milei y a Eduardo Lule Menem. Por ahora, no se percibe un cambio de interlocutores, pero al menos se dio un paso impostergable: la Casa Rosada reabrirá el diálogo con los gobernadores. En términos políticos, el Gobierno necesita darse una estrategia distinta para octubre, pero también tiene que blindarse si en las legislativas no consigue un resultado que le permita garantizar la gobernabilidad. Por eso es vital un acuerdo con los jefes provinciales que le permita sostener el actual mecanismo de vigencia de los DNU. Sin mayoría propia en el Congreso y sin esa herramienta de gestión, los dos años que le quedan de mandato se volverán un infierno. El Gobierno aprendió que una economía más normal es una condición necesaria pero no suficiente para ganar una elección. No resignará el equilibrio fiscal ni el objetivo de tener una inflación baja. Pero también necesita dólares para cubrir los vencimientos de deuda, y una demanda de pesos que le permita bajar las tasas y reanudar el crédito. El acuerdo con el FMI le permitió navegar este semestre, pero también es un corset sobre lo que puede y no puede hacer. Defender reservas seguirá siendo una prioridad, y en el contexto de un gobierno más frágil tras el renacer del peronismo, un dólar más alto ya no sería el principal problemade Caputo (si llega a pasar el techo de la banda, es probable que no se intervenga para ver que límite pone el mercado), siempre y cuando se sostenga el bajo traslado a precios y el promedio quede cerca de 2%. Por lo pronto, el actual nivel de consumo ayudó a frenar importaciones y restó demanda de divisas. Un valor alto también puede contener la dolarización, que en gran parte se dio antes de la elección. Con la derrota a cuestas, Milei y Caputo enfrentarán precios más altos para todo: para la política (revisar acuerdos electorales, sumar fiscales, reconquistar aliados) y para la economía. La gobernabilidad que pueden dar las provincias también saldrá más cara en términos fiscales. La lista de cuestiones a corregir es larga, pero la derrota no dejó muchas opciones.