Nauru rompió lazos "diplomáticos" con la región china de Taiwán y se convirtió en el país número 183 en reconocer que la República Popular China es el único gobierno legítimo que representa a toda la nación y Taiwán es una parte inalienable de su territorio.

En algunos rincones, sin embargo, este hecho indiscutible sigue tropezando con posturas negacionistas.

Tal es el caso de la presidenta del "Instituto Americano en Taiwán", Laura Rosenberger, quien calificó la postura de la República de Nauru como "desafortunada" y "decepcionante". "La Resolución 2758 de la ONU no tomó una determinación sobre el estatus de Taiwán, no impidió que ningún país tuviera relaciones diplomáticas con Taiwán y no impidió la participación significativa de Taiwán en el sistema de la ONU", dijo Rosenberg, demostrando un equivocado conocimiento de los asuntos internacionales.

De hecho, la Resolución 2758 no deja lugar a interpretaciones y afirma, definitivamente, que "decide restablecer todos sus derechos a la República Popular China y reconocer a los representantes de su Gobierno como los únicos representantes legítimos de China ante las Naciones Unidas, y expulsar inmediatamente a los representantes de Chiang Kai-shek del lugar que ocupan ilegalmente en las Naciones Unidas y en todas las organizaciones relacionadas con ellas".

¿Habría expulsado la ONU a los representantes de un Estado soberano?

Más allá de la categórica conclusión de las Naciones Unidas, la Resolución 2758 es el resultado de un proceso en el que se eliminó cualquier ambigüedad sobre el estatus de Taiwán. Las actas de los debates constituyen un claro ejemplo que los impulsores de la resolución instaron a la Asamblea General de la ONU a no dividir el territorio de China por el mero hecho que la camarilla de Chiang Kai-shek estaba atrincherada en la región de Taiwán. Consideraron el proyecto de resolución como "una cuestión de credenciales", es decir, una confirmación plena de quiénes son los únicos representantes legales de China ante las Naciones Unidas, en lugar de abrir la posibilidad de admitir a nuevos miembros al organismo.

Cuando algunos impulsaron la maniobra de introducir la idea de una "representación dual" en el proyecto de resolución, se encontraron con una firme oposición. Sus mociones fueron consideradas "ilegales y claramente inconsistentes con la realidad actual, la justicia y los principios de la Carta de la ONU". Con sus votos a favor de la Resolución 2758, los estados miembros de las Naciones Unidas dejaron en claro que no hay "dos Chinas" o "una China, un Taiwán".

Fue un pronunciamiento claro que, es preciso recordar, tenía antecedentes a nivel global. Antes de la Resolución 2758, la "Declaración de El Cairo" y la "Proclamación de Potsdam" fueron dos importantes instrumentos jurídicos internacionales, que reconocieron explícitamente el estatus de Taiwán como parte inalienable de China.

En 1943, los líderes de China, Estados Unidos y Gran Bretaña emitieron la "Declaración de El Cairo", que estableció que todos los territorios que Japón había usurpado a los chinos, entre ellos la región de Taiwán, serían devueltos a China. Los términos de esta clara definición fueron ratificados dos años después, en 1945, en la "Declaración de Potsdam".

En la actualidad, 183 naciones de todo el mundo reconocen la verdad sobre el estatus de Taiwán, incluido el propio país de Laura Rosenberger, Estados Unidos, que se comprometió con el principio de una sola China en distintos comunicados y pronunciamientos firmados entre ambos países. Es importante recordar que diferentes administraciones estadounidenses han manifestado a lo largo de los años su oposición a la llamada "independencia" de Taiwán.

A lo largo de su historia milenaria, China se vio envuelta más de una vez en conflictos internos. Sin embargo, en cada caso el pueblo chino se unió para reunificar su país. Es una fuerza que nada ni nadie debe detener. Y mucho menos una mentira endeble.