La tasa de inflación se ha mantenido estable en los últimos 4 meses en torno al 1,8% mensual, con una reducción significativa del promedio observado en los primeros cinco meses del año (2%) y respecto de 2014 (2,9% mensual). La reducción puede explicarse por diversos factores, ya sea que nos centremos en las causas macroeconómicas (política monetaria y fiscal), o en la composición de los cambios al interior del índice (qué precios son los que más/menos suben). Nos enfocaremos en esta segunda mirada, con el objeto de explotar la valiosa información que surge de la desagregación de datos que nos provee el índice de FIEL de inflación para CABA.

Una primera observación es que el principal driver que puede asociarse al pico inflacionario de 2014 y el descenso de 2015 es el salto en el tipo de cambio (TC) oficial que provocó que los precios de los bienes -que durante 2012/13 se mantenían por debajo de la media de inflación- se aceleraran en 2014 para crecer 3,4 puntos por arriba del promedio y 10,4 puntos por arriba de la inflación en servicios. No se trató de un salto diferencial en el tipo de cambio libre respecto del oficial puesto que, en promedio, ambos TC subieron en 2014 a un ritmo similar.

El frenazo cambiario en 2015 se asocia a una marcada desaceleración de la inflación en bienes desde 42,8% en los primeros 10 meses de 2014 a 29,2% en el mismo lapso de 2015. Nótese la desaceleración en la tasa de devaluación medida tanto por el TC oficial (11,9% anual últimos 12 meses) como por el TC blue (6,5%). La inflación en bienes más que duplica la evolución del TC. En este período sin embargo se verifica un salto de la brecha cambiaria a poco más de 60%, lo que podría haber acelerado el ajuste de precios de los bienes que toman como referencia el dólar libre (blue o contado con liqui). ¿Puede a partir de allí inferirse que los precios han ajustado en buena medida y en forma generalizada al TC libre? Es poco probable.

Consideremos la historia desde inicio de 2011, ya que la brecha cambiaria era baja (es decir, no había mayores diferencias entre TC oficial y libre). El TC blue registró un aumento de 290% entre enero de ese año y octubre de 2015, mientras que el dólar oficial subió 139% y los precios de los bienes 229% (o sea, una evolución intermedia). Durante los primeros dos años del cepo (2012/13) y a pesar del aumento sostenido de la brecha los precios de los bienes crecieron apenas por sobre la devaluación oficial, bien por debajo de la variación del blue. En 2014 la variación del TCO y del dólar libre fue similar y desde entonces la inflación en bienes superó la devaluación en cualquier especificación de TC (hasta ahora). Todo el período 2011/15 a su vez se caracterizó por ciclos de los precios de commodities (que incluyen a la carne) con máximo en 2012-14 y mínimo en 2015. El hecho que la inflación en bienes haya superado la tasa de devaluación sugiere un acercamiento de los precios de los transables al blue. Sin embargo ello requiere suponer que la economía es muy abierta y que cambios en los precios de frontera se transfieren inmediatamente a los precios domésticos.

Algo de ello puede ocurrir, pero probablemente sería un error minimizar las fricciones que hoy introduce la represión comercial y de precios de la Secretaría de Comercio, y el hecho de que los habanos y el whisky se coticen al precio del blue es bastante distinto que decir que lo mismo ocurre con la harina y la carne vacuna.
La segunda cuestión es que hay otra porción de precios relevantes, que en forma indirecta -dado que muchos son no transables- pueden ser afectados por una devaluación del TC oficial. El aumento de inflación en 2014 y la caída en 2015 se asocian también con el ajuste de los precios regulados (que ponderan 21,6% en el IPC), en particular con las tarifas de servicios públicos, que incluyen gas, electricidad, agua y transporte. Los precios regulados en efecto pasaron de una inflación de 16% en 2011 y 24% en 2012/13 a 40,2% en 2014 (con picos de 50% anual hacia el tercer trimestre de ese año), para descender nuevamente a 20% anual en el último trimestre. Esto refleja el ciclo de tarifas públicas que volaron en 2014 y se congelaron en 2015. El resto de los precios regulados sigue con sus precios pisados, a la espera de un cambio.

Esta parte del sistema de precios no parece haber seguido la variación del TC (oficial o blue), como es de esperar en aquellos precios sometidos a fijación administrativa o fuerte regulación. En lo que hace a los no transables (los servicios son poco más de 41% del índice), que no dependen directamente de las variaciones del TC, sus precios en el futuro se pueden ver afectados por otras decisiones como la eliminación (gradual o no) de los mecanismos de represión de precios, consistente con menor represión en el mercado de cambios.

En suma, la información disponible es consistente con evidencia que marca una aceleración relativa de la inflación en bienes a pesar de la desaceleración de las tasas de devaluación en el último año y la caída de precios de commodities. Ello parece haber llevado a algunos analistas a considerar que una eventual unificación cambiaria tendría un bajo impacto inflacionario agregado. Ello no parece tener en cuenta la existencia de una importante porción de transables -con peso en el índice de precios-que están sometidos a severos mecanismos de represión en materia de comercio exterior e interior, cuya liberalización podría tener un impacto que se sume al efecto de una eventual devaluación del TC oficial. A ello se agrega el subconjunto de precios regulados (bienes y servicios) que en un escenario de menor represión deberán ajustar sus precios relativos, más allá de lo que imponga la devaluación del TC oficial. No parece conveniente por lo tanto asumir que el traspaso a precios de un escenario de desarme de las regulaciones comerciales, de precios y cambiarias, tendrá escaso impacto sobre la tasa general de inflación. Un bajo impacto (pass through) requiere volver a los fundamentals, ajustando el gasto público y costos laborales y abriendo la economía.