Mejor no esperar nada significativo del club de países denominado G20, que no son todos países y tampoco veinte, reunidos en el puerto alemán de Hamburgo el segundo fin de semana de julio. La prensa internacional lo sabe y lo ha publicado, se trata de otro grupo internacional tan ineficaz como las Naciones Unidas, solo que en este caso hablamos de una institución también ineficaz pero necesaria, imprescindible.
Todo comenzó sobre finales de la década del 90 por empuje de Alemania en tándem con Canadá alertados, como el resto de los socios europeos, por la protesta de Estados Unidos vinculada con la debilidad del euro y el yuan frente al dólar, que provocaba incesantes problemas de déficit comercial a Washington. Una picardía para esconder el déficit provocado por el gasto público imparable en Europa, y el sistema de subsidios de los chinos .
En verdad la década del noventa iniciaba la marcha de un nuevo mundo comercial por la desaparición de la Unión Soviética, el sistema que dominaba la mitad de la vida del comercio internacional. El mercado se expandió como nunca sostenido además por las innovaciones tecnológicas que acortaron las distancias y sortearon las barreras burocráticas que constituyen el arma mas utilizada por la clase política europea. También los argentinos aprendimos del Viejo Mundo .
El G20 fue en los comienzos la reunión de ministros de economía, comercio y relaciones exteriores. Después de media docena de encuentros y a la luz de la falta de acuerdos para ordenar el sistema económicofinanciero mundial decidieron pasar a otros terrenos como una manera de evitar la denominación de fracaso para el grupo. Fue la manera que utilizó el diario El País de Madrid para calificar la reunión realizada en Seúl el 21 de noviembre de 2010. El G20 comenzaba a graduarse de ineficaz .
Para sobrepasar el mal trago se internaron en la senda de temas de alta sensibilidad mundial, el terrorismo, las migraciones africanas hacia Europa, el cambio climático, con la asistencia de presidentes y jefes de gobierno. Un nuevo G20 enfrentando temas propios de la Organización de las Naciones Unidas. Sobreponer instituciones a las existentes es uno de los juegos preferidos de la burocracia política europea. Todavía no se ha publicado la enorme cantidad de instituciones formales de la economía, las finanzas y la vida publica que dominan la primera página de los periódicos en el mundo, y mucho menos el costo para los ciudadanos. Una rápida recorrida anota el FMI, el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, la OCDE, la OMC, el Parlamento Europeo, el reemplazado GATT, el G20, el G7+1 y son muchos más, por caso el Parlasur, la Unasur, la ALADI, el Mercosur, y varios etc. No pregunten quien paga semejante despliegue que beneficia a la clase política. Algunos países no aguantaron, mejor el Brexit que los impuestos para pagar las reuniones sin resultado.
Si alguien saca réditos de la reunión de Hamburgo es el presidente argentino Mauricio Macri, quizás el único de los presentes, otros despertaron interés no por el organismo sino por reuniones bilaterales, el caso de Trump-Putin. Macri primero recibió un baño de multitud al presentarse como un rock-star en el festival musical humanitario apadrinado por Shakira. Impacto Macri hablando a miles y miles de jóvenes en perfecto inglés promoviendo el próximo G20 a realizarse quizás en Buenos Aires .
El infierno de los piqueteros antiEstados Unidos de Hamburgo no tuvo nada que envidiar a la batalla que desataron en Mar del Plata en 2005 otros anarquistas, siempre con banderas rojas, que rechazan tanto la economía de mercado como la democracia de los países occidentales.
Después de doce largos años de oscuridad promovida por el matrimonio Kirchner en el poder el mundo mira con cierta benevolencia al gobierno de Macri. Eso si, como dijeron los empresarios alemanes, antes de poner un peso en la Argentina queremos ver si los propios argentinos invierten en su país.