En la última década, gracias a una cultura de innovación muy arraigada y a un capital humano y científico de excelencia, en la Argentina emergió un ecosistema emprendedor sólido y con gran proyección. Un ejemplo de esto es que, según un informe del BID Lab publicado en 2023, la Argentina es el país con más startups DeepTech de la región.

A esto se suma un historial consistente de atracción de capital. Tal como venimos registrando desde ARCAP, las startups argentinas despiertan el interés constante de inversores locales e internacionales. Nuestro país, incluso con los vaivenes que todos conocemos, tiene lo que los inversores buscan: talento, creatividad y una comunidad emprendedora que, aun en contextos adversos, sigue creando valor.

Nuestro país, incluso con los vaivenes que todos conocemos, tiene lo que los inversores buscan: talento, creatividad y una comunidad emprendedora que, aun en contextos adversos, sigue creando valor.

Los números lo confirman. En los últimos cinco años, las startups argentinas levantaron más de u$s 2500 millones en capital privado local e internacional. Solo en 2024 el ecosistema recibió u$s 412 millones. Estas cifras muestran que, más allá de la coyuntura, la Argentina es una tierra fértil para la innovación y un destino que inspira confianza.

La Argentina es, de manera natural, un semillero de innovación. Después de Brasil, somos el país con más unicornios de la región. Y eso ocurrió a pesar de la macroeconomía. La pregunta inevitable es: ¿qué pasaría si la macro acompaña?

El Capital Privado -especialmente Venture Capital y Seed Capital- es clave en este proceso. Se trata del principal, y muchas veces único, financiamiento de compañías jóvenes, innovadoras y de alto riesgo. Y aunque pueda sonar lejano, está presente en la vida cotidiana: Amazon, Apple, Google, Mercado Libre o Globant nacieron gracias a este tipo de inversión. Fueron "VC backed". Sin ese combustible, difícilmente hubieran escalado.

La Argentina necesita más de ese combustible hoy. Sectores estratégicos como fintech, agtech, biotecnología, salud digital, oil & gas, minería o climatech presentan ventajas competitivas que nos permiten integrarnos en cadenas globales de valor. Ejemplos como Kilimo, Stamm o Beeflow lo demuestran: soluciones tecnológicas nacidas en el país que hoy están escalando a mercados internacionales.

Lo vemos todos los días: la Argentina es, de manera natural, un semillero de innovación. Después de Brasil, somos el país con más unicornios de la región. Y eso ocurrió a pesar de la macroeconomía. La pregunta inevitable es: ¿qué pasaría si la macro acompaña?

El futuro no está escrito ni se construye sin esfuerzo. Pero si Argentina logra consolidar estabilidad y previsibilidad, podrá transformar esta resiliencia probada en una ventaja definitiva: convertirse en un hub estratégico para la economía del conocimiento y la transformación productiva global.