Este 8 de marzo nos encuentra a las mujeres protagonizando un verdadero fenómeno político. Somos las que estamos cuestionando el orden de las cosas.
En una Argentina signada por una economía socialmente injusta, que prioriza el endeudamiento externo sobre la producción nacional y la especulación financiera sobre el consumo popular; las principales perjudicadas somos las mujeres. Propongo que recuperemos el valor ético de la solidaridad.
Esta recaída neoliberal propicia la fantasía de que es posible separar completamente la dimensión del esfuerzo individual privado con la dimensión de las decisiones estatales públicas.
Lo han hecho para que cada uno valore como producto puramente individual su bienestar, desvinculándolo de un conjunto de decisiones macro que propician que ese esfuerzo tenga reconocimiento.
"Celebremos que el futuro depende de cada uno de nosotros", rezaba una propaganda oficial.
¿Y la sociedad? ¿Y las decisiones público estatales?
"En todo estas vos" dicen. Pero sin Estado, ¿Dónde y cómo vas a estar vos?
Fue la reconstrucción del Estado lo que posibilitó incentivar el consumo popular, alcanzar un virtual pleno empleo, duplicar la inversión educativa y ampliar la cobertura jubilatoria.
La solidaridad es el valor que nos hace concientes de tener un destino común.
La solidaridad es la que nos permite ratificar que nuestra felicidad privada depende de la felicidad pública.
La solidaridad es la sororidad, esa hermandad entre mujeres, primer paso para caminar mayores distancias juntas.
Si la solidaridad se debilita, las desigualdades se ahondan a pesar de las indignaciones y el proyecto emancipador se aleja.
Hay un camino que oprime. Hay otro camino que libera. Hay un camino que integra.
El camino liberador es liberar la palabra, es aprender a nombrar diferente y trascender el lenguaje en las prácticas.
Si nombramos diferente vamos a poder organizarnos diferente.
El crimen pasional se llama femicidio. Los asesinatos diarios de mujeres exigen ver distinto y fundamentalmente hacer en concreto algo distinto.
La emancipación se nutre y alimenta de una conciencia nacional liberadora, argentina y por eso latinoamericana.
No hay posibilidad de emancipación real de las mujeres sin plantearse la victoria frente al neoliberalismo. Esta es la lucha central de este tiempo.
Volvamos a unir la fuerza de la solidaridad y la emancipación para tener una distribución equitativa del ingreso.
Sólo de esa manera podremos generar crecimiento económico sostenido a partir de la inclusión social, y así poder alcanzar pleno empleo, de calidad y bien distribuido entre varones y mujeres.
Para esto tenemos que seguir organizandonos las mujeres. Para cambiar el status quo, para encontrar una salida colectiva a un modelo de país que nos excluye.
Discutamos de igual a igual el poder y la justicia social en una democracia del siglo XXI.