La iniciativa de Bessent para fortalecer la economía argentina debe interpretarse como un buen paso hacia el desarrollo de un programa diplomático más integral capaz de contrarrestar la influencia china en América Latina y otros lugares. Es una señal concreta para los gobiernos de Latinoamérica de que Estados Unidos esta dispuesto a recompensar a los países que cooperen con él para lograr sus intereses. También es una demostración de apoyo a una política económica liberal, única en la región.
Esto no solo acercará a Argentina a Estados Unidos, sino que también alentará a otros países a aplicar las mismas políticas económicas. Por lo tanto vale la pena preguntarse si no está el gobierno de Estados Unidos impulsando una nueva geopolítica para promover la influencia estadounidense en América Latina y no simplemente un apoyo al actual gobierno.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, anunció a principios de este mes que Argentina es un aliado de Estados Unidos de importancia sistémica en América Latina y el Tesoro están dispuestos a hacer lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a Argentina.
Algunos críticos han argumentado que rescatar al banco central argentino respaldando su economía con recursos estadounidenses es un cambio importante en la política tradicional de "América First" y no debería estar limitada a un solo objetivo sino representar un acercamiento geopolítico de Estados Unidos a la región en general.
La realidad es que América Latina ha sido en gran medida descuidada por Estados Unidos desde la caída de la Unión Soviética en 1991. La actual administración está remediando este error y ha puesto un nuevo énfasis en la seguridad hemisférica. El ascenso de China como potencia y su roll en el desarrollo de proyectos de infraestructura en Latinoamérica ha provocado una seria necesidad de reevaluar la postura económica y política de Estados Unidos en la región.
Estos desarrollos requieren una presencia estadounidense mucho más fuerte en América Latina, que representa el lugar más conveniente para la localización de la fabricación y la adquisición de suministros alternativos de recursos estratégicos como el litio, del que Argentina dispone en abundancia. Sin embargo, Estados Unidos se encuentran en clara desventaja en comparación con China, que ha venido invirtiendo fuerte en la región y ha otorgado líneas de crédito "soft" para obras de infraestructura difíciles de emular.
Estados Unidos para evitar la influencia China ha seguido aplicando su tradicional política de sanciones y otros castigos que han dado resultados parciales (por ejemplo, el intento de controlar los puertos a ambos lados del Canal de Panamá). Pero hasta ahora ha empleado principalmente medidas negativas: amenazar con sanciones y otros castigos económicos si no se hacen mayores esfuerzos para excluir a China de sectores vitales de sus economías nacionales. Y ello hasta ahora ha funcionado: Panamá forzó la venta de los puertos chinos del Canal a inversionistas estadounidenses, mientras que México impuso un arancel del 50% a las importaciones chinas el mes pasado. Pero no es una buena política a largo plazo.
La coerción es solo la mitad de las herramientas diplomáticas. Además de ello, Estados Unidos necesita dar incentivos para convencer a los gobiernos a cumplir voluntariamente con los objetivos estadounidenses. El uso de medidas coercitivas suele ser contraproducente políticamente y genera resentimiento en la población: a nadie le gusta que una gran potencia le dicte órdenes. Pero si se recompensa a los gobiernos que cooperan para satisfacer los intereses estadounidenses, las medidas coercitivas a menudo se vuelven innecesarias. Esto explica las declaraciones de Bessent y Trump apoyando las ideas liberales del gobierno argentino.
La iniciativa de Bessent para fortalecer la economía argentina es un buen paso hacia el desarrollo de un programa diplomático más integral capaz de contrarrestar la influencia china en América Latina y otros lugares. Es una señal concreta para los gobiernos latinoamericanos de que Estados Unidos recompensará a los países que cooperen con él para lograr sus intereses.
En este caso, Estados Unidos se encuentra en una profunda desventaja. La República Popular Chinaha dedicado décadas a desarrollar un sofisticado mecanismo para la inversión extranjera a través de bancos e industrias estatales chinas, además del crédito proporcionado directamente por su banco central. Puede ofrecer a los gobiernos interesados importantes mejoras de infraestructura con crédito muy barato. Estados Unidos tiene poco que se le compare: la Corporación Financiera para el Desarrollo del gobierno federal, creada en el 2018.
El apoyo de Estados Unidos a través de las declaraciones de Bessent parecerían anunciar que el país del norte esta dispuesto a apoyar la experiencia libertaria en Argentina más allá de lo económico y financiero con el FMI, la estabilidad monetaria y la restructuración de su deuda. Es un mensaje directo a la elite política y empresarial de los países latinoamericanos de que Estados Unidos apoyara la expansión de ideas libertarias en el continente y un mensaje a los grandes inversores. Ese mensaje parecería que ha funcionado. El mejor ejemplo de esta idea es la minería.
En la minería, grandes proyectos que demandan inversiones superiores a los u$s 1000 millonesya comenzaron a registrar el derrame del apoyo. El proyecto de cobre sanjuanino Los Azules recibió el espaldarazo de la Corporación Financiera Internacional (IFC) -parte del Grupo del Banco Mundial-, con un "acuerdo de colaboración" para respaldar la alineación del proyecto con los estándares ambientales, sociales y de gobernanza (conocidos como ESG) para un posible financiamiento futuro de deuda y capital. Fue justo en la víspera de que el proyecto fuera aprobado para entrar al RIGI, con lo que se acelera la necesidad de financiar los casi u$s 3000 millones que demanda su construcción y puesta en marcha.
También el gigante minero Rio Tinto logró que la IFC impulsara su proyecto de litio argentino Rincon, que fue además el primer proyecto del sector aprobado para ingresar al RIGI. Trascendió que será a partir de un aporte de u$s 400 millones -se invertirán un total de u$s 2500 millones en el proyecto- mediante un préstamo con otros paralelos para atender las necesidades de deuda de la compañía.
Además, hace un mes atrás, hubo una visita de ejecutivos del Banco Mundial a la Argentina que generó varias especulaciones sobre cuál será el próximo proyecto minero que contará con el apoyo de la institución. La delegación de directores que llegó de Washington visitó Purmamarca y luego el Salar de Olaroz, justo donde un megaproyecto busca fondos para crecer en momentos donde el precio del litio está en niveles bajos. El propósito del viaje a Jujuy fue que los funcionarios del Banco Mundial conocieran la Argentina más a fondo que la información estadística y formal que recibieron en la oficina de la entida en Buenos Aires, previa al viaje.
El impacto de la altura y la inclemencia climática donde se ubican los proyectos de litio fue reveladora para comprender las necesidades. Entre vicuñas, llamas y poca vegetación, se llevaron la visión de las precarias condiciones de vivienda de los pobladores de las comunidades cercanas, considerada una 'economía absolutamente primitiva' y sin posibilidades de progreso que permita otra industria más que la minería. Los recibió el equipo de Arcadium Lithium, hoy de Rio Tinto, acompañados por funcionarios de Jamse, la empresa provincial de Jujuy, que tiene una pequeña parte del proyecto que allí ya está en producción.
Es en este contexto que el gobierno de Donald Trump entra en escena con un salvataje destinado a proteger los fondos de los bonistas a los que Argentina deberá pagar entre enero y junio del año que viene. Todo un mensaje para cualquier inversor de Estados Unidos.
El apoyo a Milei trasciende lo económico y se inscribe en una lógica geopolítica más amplia. Trump encuentra en el presidente argentino a un aliado ideológico confiable en un momento en que Washington busca limitar la influencia china en América Latina y crear un modelo a seguir por los otros países de la región.
Ahora bien, el respaldo de Trump solo subsistirá si hay un interés Americano envuelto. Washington apoya a Milei porque lo percibe como un dique frente a China y un aliado en su estrategia de reconfiguración regional. La pregunta de fondo es si Argentina podrá construir un modelo sustentable o si quedará atrapada en una nueva dependencia, esta vez no solo financiera sino también geopolítica, subordinando decisiones de política exterior y eventualmente militar a los intereses estratégicos estadounidenses (la instalación de bases navales en la Patagonia, control radio eléctrico, exploración nuclear, minerales raros, control del espacio satelital, la hidrovia, etc).
El salvavidas lanzado por Trump a Milei replica fórmulas históricas, pero en un contexto radicalmente distinto. No se trata solo de evitar un colapso económico: se trata de asegurar un aliado en un tablero regional donde las tensiones entre Estados Unidos, China y los gobiernos progresistas de la región marcan el ritmo de las decisiones. ¿Cuál sería el rol protagónico de Argentina en esta alianza?