El retroceso del dólar, en medio de una jornada marcada por la tensión dentro y fuera del Congreso, reflejó situaciones contrapuestas para el Gobierno que limitan el estrecho sendero por el que transita el plan económico -piedra angular de la administración de Javier Milei- hacia el desafío electoral. De un lado, aparece la ciclotimia financiera que, entre sus cambios de ánimo por el movimiento de las tasas y el dólar, mantiene alerta a todo el equipo económico para que no afecte su estrategia antiinflacionaria. Y es que si bien reiteran desde el Palacio de Hacienda que la escasez de pesos en el mercado impide que la suba registrada por el dólar en julio se traslade a precios, la leve recuperación de la oferta del campo esta semana, con liquidaciones cercanas a los u$s 100 millones diarios -el doble que la anterior-; contribuyó a atender la demanda y bajar la cotización de la divisa, de manera de restar presión inflacionaria en momentos en que comenzaban a circular listas de proveedores con aumentos. Del otro lado del sendero económico, se sostiene la incertidumbre política, pero no solo por el mero resultado de los comicios bonaerenses del 7 de septiembre próximo, que hoy acapara la atención de inversores más que las propias elecciones nacionales de octubre, debido al choque de modelos que se dará el distrito gobernado por Axel Kicillof. Sino por el riesgo que plantea, por estos días, la ofensiva legislativa para las cuentas fiscales que hace Economía, al punto de mantener hoy al propio Milei atento a la maratónica sesión parlamentaria en la que la oposición arrancó con el gasto -financiamiento al Garrahan y universidades- y pretende terminar con el reparto de los ingresos -ATN y coparticipación del impuesto a los combustibles-, sin tener en cuenta el debate aún pendiente por los vetos al aumento a jubilaciones y fondos para discapacitados. Hay en la discusión en el Congreso un punto de inflexión para los planes del oficialismo nacional, que intenta superar con el menor costo posible los próximos días y ya proyecta las reformas que presentará el 15 de diciembre, con la nueva composición de las cámaras, en el supuesto de una victoria que lo fortalezca y abra paso a la segunda parte de la gestión. Pero también aparece una oportunidad para la oposición, que procura dejar expuestas las consecuencias socioeconómicas del plan ante un electorado que demanda representatividad y comienza a sopesar de qué lado del arco político lo encuentra. Como en cada elección, pero quizá más aún en esta, la pregunta que se hacen los inversores en el exterior es si lo que viene es una profundización poselectoral del modelo o comenzar a pensar en un nuevo cambio de rumbo. Para el poderoso JPMorgan, ese interrogante tiene una respuesta favorable a la Casa Rosada, expresada con su reciente consejo de invertir en bonos argentinos hasta el año próximo. Para los argentinos, lo empezaremos a saber en 30 días.