En esta tribu en la que vivimos, las herencias anteriores no solamente son económicas, sino que también se hereda la memoria. En este frente, el mercado internacional tuvo que observar muchas veces desde el retorno a la democracia cómo los argentinos volvían a elegir populismo, con todas las consecuencias nefastas que dicho evento tenía para la vida cotidiana de la ciudadanía. De esta forma, un evento electoral en Argentina jamás implica un escenario trivial para Wall Street y este 2025 no es una excepción a dicha regla. Desde Estados Unidos tienen hoy en día una enorme desconfianza respecto a la forma en que los argentinos encaren electoralmente a este octubre que se nos viene encima y a paso firme. Para estabilizar nuestra macroeconomía y los mercados financieros locales, Argentina deberá convencer esta vez que somos capaces de bancar el sacrificio que exige retornar a nuestro país hacia un sendero de crecimiento y desinflación sostenido. Lo problemático de dicho desafío es que, antes, jamás pudimos encararlo, siempre tiramos la toalla frente las promesas del próximo líder populista y Wall Street lo sabe muy bien. En general, los argentinos jamás hemos sido capaces de demostrarlo y, siempre que un gobierno exige sacrificio, tiene como contrapartida su inevitable y hasta obvia derrota electoral. Este es probablemente el paradigma con el cual nos están analizando desde Wall Street y ésta probablemente sea la razón de por qué el Riesgo País está estancado hace meses y el Merval no hace otra cosa que venderse mientras el resto de los emergentes se sigue comprando. Esto último no es un detalle trivial: si bien Argentina lejos está de ser un mercado emergente, de alguna manera una dinámica positiva de este asset class debiera contagiarnos en el sentido correcto, pero en este 2025 no viene ocurriendo. Mientras que los mercados accionarios de Brasil, México y Chile están en terreno muy positivo y superando holgadamente al retorno del S&P de Estados Unidos, nuestro Merval de cabotaje está en rojo furioso y casi todos los ADRs argentinos en un clarísimo bear market (mercado bajista). Si bien la economía argentina ha mejorado en este primer tiempo de gestión libertaria, nuestro país sigue siendo un formidable quilombo en toda dimensión que intentemos analizar. Los libertarios han hecho una excelente gestión desde lo económico, pero eso no invalida el hecho de que Argentina tiene una fama a nivel internacional que la convierte en un gigantesco psiquiátrico a cielo abierto y, muy especialmente cuando dicho psiquiátrico enfrenta elecciones como las de este 2025 para los argentinos. Esta realidad está siendo sumamente contemplada desde Wall Street al punto que el Riesgo País está prácticamente frezado desde hace largos meses. También lo sufre especialmente el Merval, un índice muy castigado para este 2025 dentro del espectro de los emergentes, que han tenido un muy buen año. De esta manera, mientras que la generalidad de los mercados emergentes están overperformeando contra el mercado de acciones norteamericano, Argentina se queda sola en este mundo operando al revés, y bien merecido lo tiene. Desde Wall Street todavía recuerdan lo acontecido ese lunes en apertura después de las PASO 2019, cuando un tal Alberto vapuleó electoralmente a un tal Mauricio, lo que desmoronó nuevamente todo el escenario macrista que se había construido lentamente y con millones de dudas en esos últimos años. Volvió el peronismo y la vuelta del peronismo fue descontada en la primera media hora de trading de ese lunes con un mercado que, en la generalidad de los casos, para la Argentina bajaba 50%. Dicho día muy probablemente queda todavía grabado en la memoria de un Wall Street que, cada vez que anticipa elecciones para nuestro país, carga en la ecuación la enorme pendularidad psiquiátrica que tenemos los argentinos a la hora de dirimir elecciones. De esta manera, y en el mejor de los casos, tanto los bonos como el Merval, intentarán ir a buscar nuevos máximos solo si los libertarios pueden convalidar una buena elección en octubre y, muy probablemente, hasta entonces Argentina quedará relegada al rango de la irrelevancia e incluso con un sesgo negativo, tal como viene siendo el caso desde febrero de este año, un año muy frustrante para todo aquél que haya estado largo Argentina en sus distintas formas, con excepción del carry. El riesgo político en Argentina es enorme y siempre lo ha sido, y la cicatriz del peronismo derrotando al macrismo en 2019 sigue muy vigente en la memoria de un Wall Street que, ante la duda, probablemente ahora esté sobreestimando el éxito político que podría tener un peronismo que no logra encontrar un líder que pueda igualar el carisma de los libertarios. De esta manera, y en el mejor de los casos, si llegásemos a tener un rally en activos argentinos -y esto es, a esta altura de los acontecimientos, solo una hipótesis- el mismo deberá esperar a la convalidación electoral de octubre, siendo el último trimestre del año un candidato a performance positivamente explosiva, pero sujeto a la vez a la monumental volatilidad que podría tener dicho escenario político.