Constitución y grieta: Rosatti marcó la cancha en el Coloquio de IDEA

El fundamento de la grieta, el que impide acuerdos y el que traba el principio de "Ceder para crecer" que propugnó el Coloquio de IDEA que se cerró el viernes en Mar de Plata, lo tuvo en sus manos y lo mostró como un crucifijo ante los seres oscuros el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti el pasado viernes: la Constitución Nacional. Ni Alberto Fernández, ni los gobernadores, ni Sergio Massa, ni todos los paneles que se desarrollaron para buscar caminos de consenso lograron ser tan definitivamente claros como Rosatti: la cuestión ideológica es la que manda y en este tema más que en ningún otro la grieta es insondable.

Es que ese librito celeste y blanco que blandió el juez supremo mientras glosaba sus Fundamentos es el verdadero responsable de la separación que hay entre los argentinos entre quienes creen que hay que respetar su letra a rajatabla, porque allí está todo lo que se necesita para ser un país normal y entre los que quieren pasarle por encima y cambiar todas las reglas de juego. Podrían hacerlo, pero como advirtió socarronamente el titular de la Corte "si alguien quiere cambiarla, ya sabe: se necesitan los dos tercios de cada Cámara".

La izquierda en general, pero el kirchnerismo más extremo debido a su gen populista, están deseosos de tirar esa Constitución a la basura porque dicen que respira liberalismo. No les falta razón, pero el liberalismo fue el que le dio a la Argentina el período de crecimiento más importante de su historia, que el peronismo vino a nivelar en los aspectos sociales que incluyó en la Constitución de 1949 sin cambiar el sentido original y básico. La oposición, cuanto más a la derecha se sitúe, está en la vereda de enfrente de la grieta y es ésa la fisura que no se puede remediar.

Lo que hizo Rosatti fue poner en negro sobre blanco la cuestión. "Quiero hablar del modelo económico, el que está en la Constitución Nacional, la Constitución que como Tribunal aplicamos, nuestro texto fundamental". Y disparó como para romper el hielo: "La Constitución tiene un modelo: el capitalismo. Respeta la propiedad privada y la competencia y, aunque es inviolable, no excluye que el Estado regule. No hay colisión entre Estado y mercado", aseguró.

Y entonces, el ministro comenzó a citar, con toda la versación que su cargo requiere, artículos, incisos, agregados y fundamentos de lo que hay metido dentro del libro que mostraba. Explicó que la Constitución Nacional consagra la igualdad de oportunidades "y por eso hay que defenderla", que habla de prosperidad, de promover la industria y de la radicación de capitales, de la economía productiva y de la defensa del valor de la moneda. Y allí metió el dedo en la llaga, porque el modelo argentino (y la historia muestra que aquí casi no hubo grietas ni entre gobiernos civiles ni militares tampoco) fue más que irresponsable en esa materia. "Por eso, es importante la política monetaria", advirtió no como economista, sino como constitucionalista.

"La emisión es devaluatoria. Eso está en la Constitución Nacional que habla de la defensa del valor de la moneda", advirtió. "Es muy importante el valor de la moneda, ya que a mayor oferta se devalúa su valor. Eso está en la Carta Magna", reafirmó dando una clase de política monetaria que especialmente al actual gobierno le pega en la línea de flotación, ya que el kirchnerismo cree en otros elementos externos para mitigar la suba de los precios (controles, congelamientos, precios regulados, restricciones y cepos varios), todo lo que el ministro de Economía se resiste a hacer, pero que el Instituto Patria le impone, mientras Sergio Massa busca -ya se verá con qué éxito- atajos para hacer ver que sí, pero no.

Fue muy crudo el momento, ya que casi en simultáneo con la aparición del Índice de Precios de setiembre (6,2% y 83% para el año), Rosatti mostraba la soga en la casa del ahorcado para referir que no sólo es criminal para atender a los pobres desentenderse de la emisión, sino que es anticonstitucional. De algún modo, anticipó que podría pasar con un futuro fallo al respecto. "No es lo que a uno le parece. Está escrito", ratificó Rosatti a la hora de mostrar con mucha crudeza por qué la grieta es tan difícil de cerrar,

Hizo el titular de la Corte también un muy buen aporte con el recuerdo de la Convención Constituyente de 1994, cuando se consiguió un consenso "que nunca más se pudo lograr", ya que "fue el último acto estelar de la política argentina". También agregó que en esa discusión "todo el arco político cedió y seguramente algunos cedieron y mucho", relató desde su recuerdo de convencional presente en aquella oportunidad. Cristina Kirchner también lo fue y siempre lo menciona como un hito. Es decir, eso fue lo que indirectamente recordó Rosatti: que la vicepresidenta convalidó la Constitución actual.

Constituyente de 1994

"Tenemos que hacer un esfuerzo para que todos comprendan como la mejora de la calidad institucional mejora la calidad de vida" también apuntó a la hora de recordar que la Argentina estuvo jaqueada muchas veces por los gobiernos militares, por las crisis económicas y "ahora por el narcotráfico" que "corroe los cimientos de la institucionalidad y busca corromper a la Policía, a la Justicia y al periodismo", enumeración que quizás por olvido dejó afuera a los políticos, aunque algunos lo atribuyeron a la fama de Maquiavelo que tiene Rosatti para decir sin decir.

Por último, como Ulises al palo mayor de su barco para eludir el canto de las sirenas, el ministro pidió "aferrarse a la Constitución porque no hay nada nuevo. Todo está dicho allí" y refirió a un personaje de la historia especialmente criticado por el populismo, Juan Bautista Alberdi, quien decía que la Constitución era "nuestra carta de navegación". En esa línea, para Rosatti "primero, hay que cumplir con la Constitución Nacional y luego vendrá el progreso". La gran pregunta, que tampoco se respondió en el Coloquio, es si con tanta pobreza, tan mala educación y tanta desesperanza, la sociedad puede esperar. 

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