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La salida de grandes empresas del mercado colombiano ya no es una anécdota aislada, sino un síntoma de transformaciones más profundas en el tejido económico latinoamericano. En los últimos doce meses, el país ha sido testigo de cómo marcas icónicas -desde gigantes del "fast fashion" hasta ensambladoras históricas- anuncian cierres, liquidaciones o reestructuraciones tan rápidas que dejan a miles de consumidores (y trabajadores) ante la incertidumbre.

Este fenómeno no sólo sacude cifras de empleo y ventas: también pone en jaque la confianza empresarial, altera las cadenas de suministro y desafía a los reguladores que intentan equilibrar competitividad con protección social. A continuación, analizamos los cinco casos más sonados que desaparecerán en 2025, las razones que los empujaron al adiós y las oportunidades -o riesgos- que dejan tras de sí.

Moda y motores se apagan: el retiro de Forever 21 y el cierre de General Motors

El primer golpe al consumo masivo vino desde el universo textil. Forever 21, símbolo global de la moda rápida, anunció en julio de 2024 su salida definitiva de Colombia tras años de pérdidas. El impuesto del 40 % a las importaciones de textiles, el ascenso de competidores locales con propuestas sostenibles y la propia bancarrota que la cadena declaró en los EE. UU. crearon una tormenta perfecta. Al cerrar tiendas en Bogotá, Medellín y Cali, dejó a cientos de empleados sin empleo y liberó un nicho que hoy disputan marcas digitales y diseñadores emergentes.

Apenas cuatro meses después, otra noticia sorprendió al sector industrial: General Motors confirmó el desmontaje de su planta Colmotores, operativa en Bogotá desde 1965. La firma argumentó baja utilización -apenas 9 % de la capacidad instalada- y la necesidad de redirigir inversiones hacia la electrificación de su portafolio.

Más de 800 trabajadores quedaron cesantes y proveedores locales comenzaron a buscar nuevos contratos en un mercado automotor cada vez más orientado a la importación de vehículos ensamblados en México y Brasil.

El colchón se desinfla y el deporte baja la persiana: Paraíso y Sportlife dicen adiós

La crisis también golpeó al sector descanso. Colchones Paraíso, con 170 tiendas en su época dorada, entró en liquidación judicial a inicios de 2024. El incremento de costos logísticos, la caída del poder adquisitivo pospandemia y un pasivo creciente llevaron a la Superintendencia de Sociedades a intervenir. De 1600 empleados en 2019, la empresa apenas sostenía 700 cuando el juez ordenó la venta de activos para cubrir deudas. El segmento de colchones premium ahora lo disputan start-ups colombianas que venden en línea con fabricación bajo demanda.

En el mundo del retail deportivo, Belgroup, operador de 20 tiendas Sportlife, tampoco logró sobrevivir. Incumplió su acuerdo de reorganización con acreedores y entró en liquidación a mediados de 2024. Su caída refleja un tirón de orejas al formato tradicional de tienda física: el consumidor cambió a plataformas de e-commerce y tiendas especializadas que ajustan inventarios en tiempo real. La incertidumbre sobre garantías y tarjetas de regalo dejó un sabor amargo entre clientes que aún litigian reembolsos.

¿Quién ocupará el espacio que deja Colsubsidio? El nuevo mapa del retail alimentario

El cierre de los 104 supermercados Colsubsidio el 31 de diciembre de 2024 removió las aguas del comercio minorista: franquicias de bajo costo como Tiendas D1 y Ara pujan por quedarse con 73 de esos locales en Bogotá y otras seis regiones.

La operación, aún por aprobar en la Superintendencia de Industria y Comercio, podría intensificar la guerra de precios en un mercado donde los márgenes ya son ajustados. Mientras tanto, Colsubsidio redobla su apuesta por droguerías y servicios de salud, áreas con retornos más estables y sin la feroz competencia de las grandes superficies.

Si algo deja claro la retirada simultánea de estas cinco compañías es que no basta con el reconocimiento de marca para mantenerse a flote. La combinación de impuestos, cambios de hábitos de consumo, competencia digital y exigencias de sostenibilidad obliga a las empresas a reinventarse o desaparecer.

Para 2025, el hueco que dejan puede traducirse en oportunidades para emprendedores locales y multinacionales ágiles que entiendan la nueva ecuación del mercado colombiano. Pero la gran pregunta es si los trabajadores y proveedores desplazados encontrarán una transición igual de rápida. En todo caso, la lección resulta evidente: adaptarse hoy es la única garantía de sobrevivir mañana.