

Una leyenda medieval poco difundida señala que el rey Eduardo II de Inglaterra podría haber muerto tras lavarse las manos con agua. Este relato, aunque no comprobado por fuentes oficiales, ha llamado la atención de historiadores y curiosos por igual, debido a lo inusual de su contenido y al contexto sanitario de la época.
En plena Edad Media, cuando la higiene era rudimentaria y el acceso al agua limpia estaba lejos de ser una norma, incluso los actos más simples podían tener consecuencias fatales.
Esta historia refleja cómo un gesto cotidiano pudo haber desencadenado el final de un monarca, y plantea interrogantes sobre las verdaderas causas de su muerte.
¿Quién fue Eduardo II y por qué su muerte genera tantas dudas?
Eduardo II reinó en Inglaterra entre 1307 y 1327, su gobierno estuvo marcado por conflictos internos, derrotas militares y tensiones con la nobleza. Fue derrocado por su esposa, Isabel de Francia, y su amante Roger Mortimer, y murió poco tiempo después en circunstancias que siguen siendo objeto de debate histórico.

Entre las teorías menos conocidas, una versión sostiene que el rey habría contraído una infección letal tras lavarse las manos con agua contaminada de una fuente cercana al castillo donde estaba retenido. La infección habría avanzado rápidamente hasta convertirse en septicemia, sin posibilidad de tratamiento en una época sin antibióticos ni medidas sanitarias básicas.
Lavarse las manos en la Edad Media: un gesto peligroso
En el siglo XIV, el acceso al agua limpia era limitado, y las fuentes solían estar expuestas a contaminación por desechos humanos y animales. En este sentido, las prácticas de higiene no estaban estandarizadas y muchas veces, en lugar de prevenir enfermedades, los hábitos cotidianos aumentaban el riesgo de contraer infecciones graves.

Por eso, aunque esta historia es un mito, un gesto tan simple como lavarse las manos podía convertirse en un factor de riesgo mortal en la Edad Media.












