El esqueleto de una cantina de marineros de principio de siglo XX y un gomería de la década del 30 sirven hoy como marco de Munar Arte, un espacio de exhibición y residencia de artistas con una dinámica propia, donde cada mes y medio dos galerías son invitadas a presentar un proyecto especial, con la posibilidad de que trabajen en conjunto.
El lugar, a la vera del Riachuelo, en el extremo norte de Vuelta de Rocha, fue inaugurado en mayo por impulso de Florencia y Diego Benzacar, sobrinos de Orly Benzacar, quien esta al frente de la galería que lleva su apellido y que en 1965 abrió su madre, Ruth.
La nueva generación de la familia esta vinculada al negocio de la construcción, pero su espíritu emprendedor, sumado a la herencia artística, los arrastró al arte. Ariel Benzacar, padre de Florencia y Diego, había adquirido el lugar a principio de los 2000. Lo utilizó siempre como depósito hasta que tomó fuerza el proyecto del gobierno porteño de establecer un Distrito de las Artes en el corredor San Telmo-La Boca- Barracas. Tras varios meses de trabajos en el lugar, realizados con materiales que sobraban de sus otras obras, otros cedidos por las empresas a partir de acuerdos, se puso a punto para abrirlo al público.
Los 3500 m2 se distribuyen en dos plantas. Abajo, las salas de exhibición, un patio que sin proponérselos viró también a espacio para mostrar obras, una gran parrilla con tablones para reunir al campo artístico, un pequeño galpón y lo que en algún momento funcionó como cámara de refrigeración de la cantina “El Tiburón .
Foto: gentileza galería Gachi Prieto.
Arriba, habitaciones sin puertas, conectadas entre sí, donde nueve artistas ubicaron su taller por dos años. Fueron elegidos a través de una convocatoria privada. Los Benzacar no querían proyectos conceptuales, sino rescatar el oficio del artista, la artesanía, que consideran vinculado a la idea de taller y a la tradición boquense. El espacio lleva el nombre de “Boca de Fuego y actualmente cohabitan allí Ulises Mazzuca, Franco Mala, Sofía Durrieu, Mariana Ferrari, Laura Códega, José Ignacio Pfaffen, Benjamín Felice, Aurora Castillo y Andrés Piña.
Los artistas tienen vía libre para crear en su taller, así como los horarios en los que quieran asistir. Solo tres de ellos pueden vivir en otra parte del espacio acondicionado especialmente. Pueden recibir potenciales clientes y vender sus obras sin dejar una comisión a Munar. La idea, explica Diego Benzacar, es brindarles la oportunidad de que tengan un lugar cómodo donde trabajar, puedan interactuar con los galeristas que presentan a sus artistas en la planta baja y con todo el ecosistema artístico que allí se congrega.
La hora de Waissman y Odriozola
Diego y Florencia Benzacar están al frente de Munar Arte, pero el director artístico es Carlos Herrera. Recomendado por Orly a sus sobrinos, es el encargado de la programación de la planta baja, así como de los ciclos de performances que por ahora se realizan durante un fin de semana, pero que prevén extenderlo a más días en 2019.
Actualmente Andrés Waissman (galería Gachi Prieto) expone “Emboscada en la sala La Cantina y Juane Odriozola (galería María Casado) “Información agregada en El Pescadito.
Odriozola y Waissman. Foto: gentileza galería Gachi Prieto
El primero presenta un conjunto de obras en diferentes formatos donde el montaje cobra relevancia. En penumbras, en un espacio que por momentos recuerda a las iglesias de estilo románico, un video en loop de gran formato exhibe un montículo de viruta expuesta a las inclemencias climáticas de dos meses de verano.
“Se creó un gran círculo de polvo. Todo lo asocio con la cuestión social, es la sociedad haciéndose polvo , explica a un grupo de periodistas y sujetos del mundo del arte.
En una de las paredes una serie de tintas realizadas sobre papel ilustración, sin enmarcar, casi en crudo, como el bosque al que aluden. “Las tintas hablan de bosques quemados. Es un papel muy patinoso para que la tinta pueda correr, es el mejor papel para las tintas porque no absorbe nada, quiero que se desparrame , afirma.
Foto: gentileza galería Gachi Prieto.
Además, se destacan los animales que no se inscriben en ninguna categoría; están a mitad de camino entre mitológicos y reales. Pueden tener cuernos, cuerpos de pescado o varios brazos. A veces aparecen en cajas donde apenas entran, otras descansan en el suelo.
Y detrás de un tela velada negra, una “emboscada , tal cual lo define el artista. Se distinguen más obras, una reja, pero hay que adentrarse para saber qué se encuentra allí.
Por su parte Odriozola exhibe la serie “Cromogramas , pinturas sobre un material simil tela, utilizado en general para manteles descartables. Se topó con ellos, justamente, cuando comía con sus padres en un restaurante; contactó a los proveedores del lugar y consiguió hacerse de algunos metros.
Foto: gentileza prensa Munar.
No es la primera vez que trabajaba con materiales frágiles. Antes lo había hecho con papel tissue. En esta serie divide el soporte en cuatro partes que pinta en diferentes colores respetando las áreas asignadas.
Una vez exhibidas mutan, se enrollan, se destensan, producto de haber sido afectadas por las condiciones de humedad y aire que circulan en la sala. “Están vivas , afirma el artista.
“Emboscada de Andrés Waissman e “Información agregada de Juane Odriozola se exhiben en Munar Arte, Av. Don Pedro de Mendoza 1555, de miércoles a domingo de 13 a 18, hasta el 8 de diciembre.
