“Ay, por el camino del sitio mío un carretero alegre pasó. En su tonada que es muy guajira y muy sentida alegre cantó (...)”. Así, con el embriagador sonido de un son, los Buena Vista Social Club hicieron su aparición en escena. La exhuberante Idania Valdés, corista del grupo, contorneaba sus caderas al ritmo de ‘El Carretero‘ mientras que el vocalista Carlos Colunga le daba la bienvenida al público, esos fieles seguidores, que permanecían expectantes y emocionados por ver a la reconocida formación por primera vez en tierra argentina.

Como en un viaje en el tiempo a la mítica Habana de los años ‘50, el grupo, con algunos de sus miembros originales y la presencia de Omara Portuondo como estrella invitada, desplegó su encanto musical y un frenesí de ritmos caribeños, para luego repasar aquellos temas que lo llevaron a la fama en un concierto dividido en dos tramos.

En el primero las estrellas fueron los músicos, acompañados por las voces de Colunga y Valdés, con composiciones como ‘Rincón Caliente‘, ‘Señor Trombón‘, ‘Bemba colorá‘ y ‘As Time Goes By‘, en ritmo de danzón.

Sobresalieron con sus solos cargados de virtuosismo los veteranos Jesús Aguaje Ramos en trombón, Papi Oviedo en tres, Guajiro Mirabal en trompeta y Pedro Pablo en contrabajo, junto al joven Rolando Luna, un pianista de excepción.

Pero en el segundo tramo la protagonista indiscutida fue Portuondo, quien enamoró con su voz, su carisma y una vitalidad envidiable para sus casi 80 años. La cubana encantó al público con su interpretación de ‘Tres palabras‘, ‘No me llores más‘ (en la que se animó a bailar con su marido, el violero Papi Oviedo), ‘Veinte años‘ y ‘Quizás, quizás, quizás‘.

Pero los Buena Vista tenían preparado otro cocktail musical sorpresivo: Ricardo Mollo fue uno de los invitados especiales por Portuondo para cantar “El día que me quieras”, que despertó una ovación del público.

Para el final quedaron los máximos clásicos de Buena Vista. El primero fue ‘Chan Chan‘, entonada por Colunga como un homenaje al fallecido integrante de la agrupación Compay Segundo.

Después, completaría el broche de oro ‘Dos Gardenias‘ y ‘Candela‘, temas emblemáticos del desaparecido Ibrahim Ferrer que sonaron con mucha fuerza en la voz de su hijo, Ibrahincito, quien subió al escenario junto a sus dos hermanas. El cierre fue con ‘El cuarto de Tula‘, momento en el que el público se sumó a una verdadera fiesta del danzón cubano.

Pero el público quería más. Y Los Buena Vista no querían defraudar a su público. Así que nuevamente se apagaron las luces y la agrupación, junto a Portuondo, salieron a conquistar al público con el himno ‘Hasta siempre, Comandante‘ y más tarde, ya sin la diva, tocaron para delirio de los presentes ‘El platanal de Bartolo‘.

Así, al ritmo de los acordes finales de “Chan Chan”, los cubanos regresaron al malecón guiados por el espíritu de “Compay”.


De La Habana al mundo

Cuenta la historia que el Buena Vista Social Club funcionaba en el barrio Marianao de La Habana donde sus miembros practicaban actividades relacionadas con el baile y la música, volviéndose un sitio muy popular donde se encontraban y jugaban quienes de él formaban parte.

En los años 1990, casi 50 años después de que el club fue cerrado, inspiró una grabación hecha por el músico cubano Juan de Marcos González y el guitarrista norteamericano Ry Cooder con los tradicionales músicos cubanos, muchos de ellos antiguos miembros del club en el que se presentaron cuando su popularidad estaba en el tope. La grabación, nombrada Buena Vista Social Club, por esa institución de La Habana, se volvió éxito internacional y el grupo se vio alentado a presentarse con su formación completa en Amsterdam en 1998. El director de cine alemán Wim Wenders grabó la presentación, seguida de un segundo concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, show que fue la cumbre del documental homónimo. El trabajo de Wenders, fue bien aclamado por los críticos, recibiendo una nominación al Óscar de Mejor Documental Largo y numeroso galardones entre los que se incluye Mejor Documental en el European Film Awards.

El nuevo éxito fue efímero para la mayoría de los reconocidamente miembros del grupo: Compay Segundo, Rubén González e Ibrahim Ferrer, quienes se murieron entre 2002 y 2005. Pero su legado musical, es eterno.