En Chile el paisaje termal es escarpado, azul de lagos, verde de bosques y oscuro como el granito de la Cordillera de los Andes. El esquema más usual incluye un volcán que recorta el paisaje y ríos subterráneos que bajan tibios hasta llenar piletas y jacuzzis de hoteles de lujo, o bien de cabañas escondidas en la selva valdiviana.

Cercanos a muchas ciudades turísticas patagónicas argentinas, los centros termales trasandinos comparten un mismo carácter: son lugares de ensueño que, definitivamente, ameritan una visita.

A un paso de Pucón

La actividad del volcán Villarrica es la responsable de dos de las estaciones mejor preparadas para el turismo: Huife y las Termas Geométricas. Las primeras están ubicadas a orillas del caudaloso río Liucura y a 33 kilómetros de la ciudad de Pucón. Un hotel especialmente pensado para aprovechar el recurso termal, rodeado de más de 300 hectáreas de praderas y bosques nativos es el albergue privilegiado en donde los visitantes se preparan para emprender largas caminatas hasta las arboledas de araucarias que se encuentran a casi 2000 m.s.n.m., o cabalgatas por entre la frondosa vegetación de la cara occidental de los Andes. Pero, por supuesto, lo más importante aquí es lo que se puede hacer en el agua, o mejor dicho en las aguas. Como sumergirse en piletones con una temperatura superior a los 40° para, en cuestión de segundos, zambullirse en el siempre frío Liucura. Esta práctica es óptima para estimular al mismo tiempo la circulación sanguínea y la sensación de estar disfrutando de algo verdaderamente distinto.

Un poco más alejadas de Pucón y cercanas a la localidad de Coñaripe, las Termas Geométricas son otra alternativa en la zona del Villarrica. Lo magnífico de este complejo es que está compuesto por 17 pozones de piedra esparcidos en medio de la naturaleza.

Para preservar la flora del lugar, estas fuentes fueron talladas a lo largo de 450 metros de quebrada, a los que se llega por una pasarela de madera de coihue; una experiencia realmente única. Y en esta época del año aún es una buena opción pasearse por los senderos a la luz de la luna y de velas estratégicamente ubicadas para internarse en la cálida temperatura de las piletas.

Un hotel termal

La ciudad de referencia para este segundo tramo del recorrido es Osorno. Desandando 70 kilómetros hacia el Este, en dirección al centro de esquí Antillanca, es posible llegar al que quizás sea el más importante alojamiento termal del Cono Sur. En lo que hoy es el Parque Nacional Puyehue, los españoles del siglo XVII encontraron soberbias fuentes termales que 300 años después se convirtieron en un producto turístico. Porque a principios del siglo XX se construyó el primer hotel del lugar, con capacidad para 60 personas: el Hotel Puyehue. El paso de los años y el trabajo se fue acumulando hasta configurar un verdadero gigante que actualmente cuenta con 40.000 metros cuadrados de servicios. Allí las opciones incluyen jacuzzis, hidromasajes y nuevas alternativas, como aromaterapia y tratamientos con aceites esenciales.

En tierra de alerces

Puerto Montt es la puerta de entrada a una de las zonas más fascinantes de Chile. Los fiordos, las bahías y las islas se van abriendo paso hacia la Patagonia más profunda, ofreciendo geografías menos accesibles pero más desafiantes.

Partiendo desde Puerto Montt en un transbordador con destino a Hornopirén, se puede arribar a esta isla que forma parte del Parque Nacional Pumalín. Las termas de Llancahué están ubicadas en la isla del mismo nombre, y ofrecen hospedaje rústico pero cómodo y exquisitas comidas caseras. La infraestructura para los baños se reduce a dos piscinas exteriores y una serie de boxes privados. No se necesita nada más para que las apenas 25 personas puedan acceder al mismo tiempo al lugar.

Más amplias, pero con el mismo estilo, las termas de Amarillo están emplazadas más al sur, nuevamente en el continente. El punto de referencia para llegar es la ciudad de Chaitén, bellísimo pueblo costero encerrado entre el Pacífico y la Cordillera. El Amarillo es, además, una excelente zona para acampar o recorrer infinidad de ríos y esteros, montañas, glaciares, bosques y praderas. En sus cuatro hectáreas de superficie, pobladas de una frondosa vegetación, conviven piscinas de cemento, pozones prístinos encerrados por tablones de maderas nativas, baños al aire libre y otros privados, además de cabañas rústicas. El conjunto hace que todo se vea envuelto en un peculiar sentido de mancomunión con lo natural. Quizás sea esta última la más curativa de todas las propiedades de las aguas que nacen del centro de la tierra. z we