La tributación sobre la importación de servicios es uno de los factores que dificulta la inserción de Brasil en las cadenas globales de valor y aleja a las empresas de inversiones en investigación y tecnología. Esa es la conclusión de un estudio que la Confederación Nacional de la Industria (CNI) entregó la semana pasada al ministro de Economía, Guido Mantega, obtenido por Valor.
La carga tributaria sobre la importación de servicios es, como mínimo, de 41,1% sobre el valor de la operación, pero puede llegar a 51,3% en algunos casos, de acuerdo con la CNI. Para la entidad, la carga elevada sobre la importación de servicios es resultado no solo de los seis tributos que inciden sobre las operaciones, entre los cuales el más importante es el cobro del Impuesto de Renta Retenido en la Fuente (IRRF), sino también del sistema de cálculo, con cobros cruzados e interpretaciones divergentes de las normas.
Para la CNI, los altos costos tributarios tienen impacto sobre las condiciones de competitividad, el aprovechamiento de las oportunidades para el desarrollo de proyectos conjuntos con empresas extranjeras y la incorporación de tecnología de parte de empresas brasileñas en diversos tipos de situación. Es como si el sistema tributario no tuviese la capacidad de entender la nueva forma de organización de las cadenas productivas globales, afirmó José Augusto Coelho Fernandes, director de políticas y estrategia de la CNI.
La CNI llamó la atención sobre el hecho de que el sector de servicios no solo tiene el mayor peso en la economía del país, representando cerca de 60% del PBI, sino que también influencia de forma decisiva en los costos de la industria.
Con base en datos del Sondeo Industrial Anual, del IBGE, los economistas Jorge Arbache y Victor Burns llegaron a la conclusión de que cerca de un cuarto (23,1%) de todo el costo de la producción de la industria de Brasil entre 2007 y 2009 se explica por la adquisición de servicios.
La relevancia de esos costos es más evidente cuando se analiza su impacto sobre el valor agregado, es decir, sobre la parte que la industria efectivamente transformó de la producción. En ese caso, representan 54,1% del consumo intermedio en el valor agregado en la industria total, y 56,5% en la industria manufacturera. Ese valor es más alto en sectores intensivos en tecnología o con gran expresión exportadora, como los productos químicos, metalurgia y equipamientos de informática.
Según el estudio, los servicios se tornaron una parte muy relevante no solo en el costo total de las empresas, sino principalmente en el valor de las exportaciones de las manufacturas en general y de aquellas de más alta tecnología. La productividad del sector de servicios también afecta la capacidad de competencia de la industria doméstica, afirmó Coelho Fernandes.
Para reforzar el argumento, el estudio de la CNI cita casos de cinco empresas brasileñas para las cuales la tributación de la importación de servicios implica pérdida de competitividad o incluso el abandono de proyectos en función de los costos.
Uno de los casos es el de una empresa productora de aviones, cuya principal actividad es la exportación de bienes. Al vender un avión, la compañía se compromete a proveer una serie de servicios, como entrenamientos técnicos de los pilotos y de la tripulación. Se trata de servicios que solo pueden contratarse en el exterior y que terminan siendo incorporados a los costos en la formación del precio final de la mercancía.