Preocupado a causa del efecto inflacionario del fuerte ingreso de dólares en Brasil, el gobierno de Dilma Rousseff no desestima la hipótesis de adoptar medidas de control de capital. El Banco Central (BC) constató que buena parte de esos recursos están ayudando a expandir el crédito doméstico y, por esa razón, a alimentar la suba de precios. El gobierno presta atención también a la mayor exposición de las empresas brasileñas al tipo de cambio.
Entre enero y marzo, la balanza de pagos registró un superávit de u$s 35.000 millones. En abril, como resultado de las medidas restrictivas adoptadas a inicio del año, el saldo cayó a u$s 1.500 millones, pero este volumen volvió a crecer, creando nuevas dificultades para la estrategia de combate a la inflación.
Esa pata de la presión inflacionaria no se combate con intereses, explicó a Valor una alta fuente del gobierno. El BC, observó, combate los efectos secundarios, dificultando y encareciendo el crédito y desacelerando la economía en un nivel más amplio. Los bancos están reticentes (para conceder crédito), pero no se puede sujetar la parte por el lado de los push-factors (factores impulsores).
El principal de esos factores es la política monetaria expansionista adoptada por los países ricos en la época de post crisis. Esa política generó exceso de liquidez en el mundo, provocando grandes flujos de capitales, principalmente hacia economías productoras de commodities, como la brasileña. ¿Cómo se mantiene eso? Con medidas macroprudenciales y, en el límite, con control de capital, dijo una autoridad.
Fuentes oficiales recordaron que nada sustituye la política macroeconómica tradicional, pero en Brasilia existe temor de que los flujos de capitales vuelvan a amenazar la eficacia del combate anti inflacionario. El gobierno evalúa que hace todo lo que necesita hacer para llevar la inflación a la meta de 4,5% en 2012. Las políticas fiscal y monetaria están apretadas y el crédito se está moderando a través de las medidas macroprudenciales.
Pero el gobierno reconoce que esas medidas pueden perder eficacia, porque el mercado encuentra formas de huir de su alcance. Es algo que vamos a tener que mirar porque el ingreso (de dólares) deshace lo que se hace en las políticas monetaria, fiscal y crediticia, da liquidez y se continúa prestando, dijo una fuente.
El Banco Central (BC) también está preocupado con el riesgo de exposición de empresas brasileñas a la moneda estadounidense, como ocurrió en la crisis de 2008. En aquella ocasión, el dólar barato llevó a muchas empresas y bancos a hacer apuestas, a través de contratos de derivativo cambiario, de que el movimiento de apreciación del real sería continuo.
Por causa de la crisis, sucedió lo opuesto: el real sufrió una fuerte y acelerada desvalorización. El movimiento mostró que grandes empresas exportadoras armaron posición de u$s 38.000 millones en derivativos. El perjuicio llegó a u$s 10.000 millones.
La preocupación del BC es con las empresas y no con los bancos. Si el escenario internacional cambiara repentinamente y la dirección de los flujos de capitales se invirtiera, el real puede sufrir nueva depreciación.
Vamos a continuar actuando, si es preciso, en la dimensión de estabilidad financiera. No del sistema financiero porque ya está muy regulado en términos de exposición cambiaria, pero sí de la economía como un todo. Si hubiera euforia, cuando la situación se revierta afuera, para no tener sorpresas, tenemos que tener una estrategia de salida, afirmó a Valor una fuente calificada.
La estrategia del BC tiene dos frentes. El primero es continuar moderando la expansión del crédito interno, las captaciones externas y el compromiso futuro de deuda en moneda extranjera. El segundo es fortalecer los mecanismos de defensa del país en caso de una nueva crisis mundial.
El plan es tener un colchón de liquidez tanto en reales como en dólares. En el primer caso, el BC dispone hoy de más de R$ 400.000 millones en depósitos compulivos. En 2008, antes de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, pivote de la crisis, tenía R$ 270 millones. En el frente externo, el país poseía u$s 205.000 millones en reservas internacionales. Hoy, tiene más de u$s 330.000 millones. (En el caso de las reservas), es más o menos la misma proporción en términos de PBI -15%-, pero muestra que no descuidamos esa área, observó la fuente.