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Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, Alemania fue sinónimo de poder militar. Es que su ejército se consolidó como una de las fuerzas más avanzadas y temidas del planeta, impulsado por una poderosa industria bélica y una doctrina táctica que cambió para siempre la guerra moderna.

Sin embargo, tras su derrota en 1945, el país quedó desmilitarizado, dividido y bajo estricta supervisión internacional.

Hoy, casi ocho décadas después, Alemania busca redefinir su rol en el tablero global. El contexto geopolítico, marcado por la guerra en Ucrania, la presión sobre la OTAN y el ascenso de nuevas potencias, ha llevado a Berlín a abandonar su tradicional cautela militar.

Con una inversión récord en defensa y la modernización de su ejército, el país aspira a recuperar influencia estratégica y volver a ser un actor central en la seguridad europea y mundial, esta vez bajo un modelo democrático y cooperativo.

Vuelve el ejército más temido de la Segunda Guerra Mundial: ya supera a Francia e Inglaterra

Alemania se prepara para un giro histórico en su política de defensa. El gobierno de Friedrich Merz anunció que elevará el gasto militar hasta los 162.000 millones de euros en 2029, lo cual representa un aumento mayor al 70 % respecto al presupuesto previsto para 2025.

Esta decisión sitúa a Berlín en una posición de liderazgo europeo en materia de defensa, dejando atrás a potencias tradicionales como Francia y Reino Unido. Berlín, que hasta hace poco estaba por debajo del 2% del PBI en gasto militar, confirmó que elevará la inversión hasta el 3,5% del PBI en 2029.

Además, se aprobó un paquete de 500 mil millones de euros para infraestructura, acompañado por una reforma constitucional que permite endeudamiento para defensa sin traspasar el límite conocido como Schuldenbremse.

El ejercito alemán aumentará el gasto militar en más de un 70% y amenaza con dominar el mundo. Fuente: Archivo.

¿Qué implica el rearme militar alemán para el mundo?

El ambicioso plan de Berlín para incrementar su gasto en defensa más de un 70% hacia 2029 no solo cambia el mapa militar europeo, sino que también reposiciona a Alemania como potencia global. Tras décadas de autocontención posterior a la Segunda Guerra Mundial, el país busca recuperar influencia estratégica y liderazgo tecnológico en el ámbito militar.

Este giro impacta en la OTAN, en la relación con Estados Unidos y en la competencia con Rusia y China, marcando el inicio de una nueva etapa en la que Europa deja de ser un mero observador para convertirse en protagonista del tablero geopolítico mundial.