En la misa de inicio a su pontificado, León XIV pidió su primer gran deseo al mundo como líder de la Iglesia Católica, tras definirse como "un hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría".
El Santo Padre presidió ayer en la plaza de San Pedro la misa inaugural de esta nueva era del Vaticano, luego de que se realizarán diversos ritos y ceremonias religiosas contempladas dentro del protocolo.
En su homilía, iniciada con una frase célebre de San Agustín, León XIV ahondó sobre la transformación más importante que desea presenciar durante su papado.
El primer gran pedido del papa León XIV al mundo
"Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado", enfatizó el Santo Padre en su homilía.
León XIV profundizó sobre cómo aún en los tiempos actuales pueden verse "heridas" causadas por la violencia, el odio, los prejuicios y el miedo a las diferencias.
"Queremos ser, dentro de esta masa, un pequeño fermento de unidad, comunión y fraternidad. Queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! ¡Escuchen su propuesta de amor para convertirse en su única familia! En el único Cristo, somos uno", aseguró.
León XIV ahondó sobre los dos pilares principales de su pontificado
Según lo explicó el Pontífice en su homilía, su pedido al mundo se alinea con la misión que Jesús confió a Pedro y a sus sucesores: fomentar el amor y la unidad.
"No se trata nunca de capturar a los demás con prepotencia, propaganda religiosa o medios de poder, sino siempre y únicamente de amar como lo hizo Jesús", aseguró.
En este marco, destacó la importancia de jamás liderar en solitario o considerarse un jefe superior al resto, sino de ponerse a la par de los fieles para "servir la fe".