En una conversación cara a cara, los gestos y las expresiones muchas veces comunican más que las palabras. Un cruce de miradas puede marcar la diferencia entre una charla superficial y una conexión profunda, aunque también puede generar incomodidad, tensión o desconfianza.
Algunos comportamientos sutiles, como desviar la mirada al hablar, tienden a pasar desapercibidos, pero esconden significados importantes.
Desde la psicología, existen múltiples explicaciones que ayudan a interpretar esta conducta, y algunas revelan más sobre la personalidad de quien la manifiesta que sobre lo que está diciendo.
¿Qué revela que una persona desvíe la mirada al hablar?
Según la psicología, evitar el contacto visual puede reflejar una amplia gama de estados emocionales o rasgos de personalidad. En individuos con altos niveles de ansiedad o neuroticismo, mirar a los ojos puede provocar incomodidad o activar mecanismos cerebrales de evasión, como reveló una investigación dirigida por el psicólogo Jari Hietanen.
En estos casos, desviar la mirada funciona como una estrategia inconsciente para reducir el estrés social.
Por otro lado, el lenguaje no verbal también puede ser moldeado por el contexto. En ambientes amistosos, sostener la mirada suele interpretarse como una señal de atención y conexión. Pero en situaciones de tensión o conflicto, como un debate político, mirar directamente puede percibirse como un gesto agresivo.
La experta Julia Minson, de la Universidad de Harvard, advierte que forzar el contacto visual en un intercambio adversarial puede generar el efecto opuesto al deseado: resistencia o rechazo.
¿Por qué el contacto visual tiene tanto peso en la interacción social?
El acto de mirar a alguien a los ojos activa regiones específicas del cerebro vinculadas con la atención, la empatía y el juicio social. Desde la infancia, este comportamiento es clave en el desarrollo del apego y la comunicación emocional, como lo muestran estudios sobre el vínculo entre madres e hijos.
Otras investigaciones también lograron observar que una combinación de miradas y sonrisas puede transmitir disponibilidad y confianza en entornos sociales.
Además, factores biológicos como la oxitocina influyen en la propensión a sostener la mirada. Investigaciones lideradas por Bonnie Auyeung en la Universidad de Cambridge comprobaron que este "hormona del vínculo" aumenta la frecuencia del contacto visual.
En contraste, el uso excesivo de pantallas, como advierten investigaciones del MIT, puede erosionar esa capacidad, debilitando habilidades como la empatía y la conexión interpersonal.