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El análisis de restos humanos antiguos permite comprender las condiciones sanitarias, creencias y prácticas funerarias de distintas sociedades. Estas evidencias también ofrecen información sobre enfermedades prevalentes, alimentación y estructura social.

Una reciente investigación en Austria documentó un hallazgo arqueológico sin precedentes: la conservación de un cuerpo del siglo XVIII mediante un procedimiento que no había sido registrado previamente.

El estudio se centró en una momia descubierta en la cripta de la iglesia de St. Thomas am Blasenstein, cuyo estado motivó una serie de análisis multidisciplinarios.

El equipo liderado por el patólogo Andreas Nerlich, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, logró identificar el cuerpo como el del vicario Franz Xaver Sidler von Rosenegg, fallecido en 1746.

El estudio se centró en una momia descubierta en la cripta de la iglesia de St. Thomas am Blasenstein, cuyo estado motivó una serie de análisis multidisciplinarios. Foto: A. G. Nerlich et al. (2025).

¿En qué consistió este hallazgo arqueológico sin precedentes?

El tratamiento del cadáver se apartó de las técnicas tradicionales utilizadas en la época. En lugar de abrir el torso, los materiales destinados a evitar la descomposición fueron introducidos por vía rectal, lo que representa una práctica sin antecedentes documentados.

Características de esta nueva técnica de preservación:

  • En el interior del cuerpo se hallaron fragmentos de madera de abeto y picea, pequeñas ramas y textiles como lino, cáñamo, seda y lino.
  • Se detectaron también sustancias como cloruro de zinc, cobre y trazas de arsénico, con propiedades desecantes.
  • Mientras el tronco permanecía íntegro, la cabeza y las extremidades mostraban signos de degradación más avanzados.
El equipo de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, logró identificar el cuerpo como el del vicario Franz Xaver Sidler von Rosenegg, fallecido en 1746. Foto: A. G. Nerlich et al. (2025).

¿Qué información reveló la momia sobre el vicario y su entorno?

El análisis forense permitió delinear aspectos del estilo de vida del religioso, así como causas probables de su muerte:

  • Se estimó que tenía entre 35 y 45 años al morir.
  • Su dieta incluía carnes, granos y pescado de agua dulce, coherente con un estatus elevado.
  • El esqueleto no presentaba señales de trabajos físicos intensos.
  • Mostraba indicios de tuberculosis pulmonar avanzada y exposición prolongada al tabaco.

Posibles motivos del procedimiento aplicado

El estudio propone que la técnica utilizada buscaba prevenir la propagación de enfermedades mediante "miasmas", una teoría común antes de la aparición de la microbiología, según la cual los malos olores o vapores provenientes de cuerpos en descomposición eran responsables de transmitir dolencias.

También se baraja la posibilidad de que el cuerpo debiera ser trasladado a otra localidad, pero permaneció en el sitio actual por razones desconocidas.

Este caso constituye la primera evidencia confirmada de una técnica de conservación de estas características, lo que plantea nuevas líneas de investigación sobre las prácticas mortuorias en Europa central durante el siglo XVIII.