En plena crisis hídrica mundial, uno de los recursos más estratégicos para la supervivencia humana emerge bajo tierra en América Latina. Una gigantesca reserva de agua dulce, que supera los 1 500 metros de profundidad, se extiende a lo largo del continente y marca una diferencia crucial para el futuro.
Aunque se habla de un solo país, ese "único" en realidad forma parte de un bloque de cuatro naciones que comparten esta riqueza oculta: Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Pero es Brasil, al poseer la mayor porción territorial del acuífero, el que concentra la mayor ventaja geográfica.
Brasil es el país latinoamericano con la reserva de agua más grande del mundo
La formación conocida como Acuífero Guaraní es una de las mayores reservas de agua dulce del mundo. Su superficie se estima en alrededor de 1.194.000 km² y su profundidad supera los 1.500 metros. Se calcula que contiene cerca de 30.000 km³ de agua dulce, lo que la posiciona como la tercera reserva más grande del planeta, solo por detrás de los glaciares y del Acuífero de Ogallala en Norteamérica.
Dado que Brasil abarca aproximadamente el 70 % del acuífero, se puede decir que ese país tiene un "colchón" de agua que muchos otros no poseen directamente en su territorio, lo cual le otorga una ventaja hipotética frente a escenarios extremos de escasez.
¿Por qué representa un desafío para Brasil?
Aunque el volumen y la profundidad del acuífero son impresionantes, su gestión plantea múltiples desafíos. El agua subterránea no es ilimitada en uso sin consecuencias: la tasa de recarga es mucho menor que la extracción potencial en muchos casos, lo que requiere planificación y control.
Además, que Brasil sea el "más beneficiado" no significa que esté libre de vulnerabilidades. Las infraestructuras, la contaminación, la transparencia en los usos agrícolas e industriales, y la distribución interna del agua siguen siendo temas críticos. Por lo tanto, aunque el recurso le da una ventaja relativa, no es garantía automática de independencia o de supervivencia sin políticas adecuadas.
Lo que viene: retos y oportunidades para el país "único"
Brasil enfrenta la oportunidad de capitalizar este activo bajo tierra como pieza clave de su seguridad hídrica, desarrollo agrícola e industrial, pero también de compartirlo de modo sostenible con los demás países del bloque que comparten el acuífero: Argentina, Paraguay y Uruguay.
Debe enfrentarse al reto de diseñar estrategias que eviten el sobreuso, la contaminación y la inequidad en el acceso al agua entre diferentes regiones y comunidades. Asimismo, la preservación del acuífero puede convertirse en un legado estratégico para generaciones venideras, no solo un "salvavidas" ante un apocalipsis sino un elemento de estabilidad y resiliencia a largo plazo.
En definitiva, Brasil es el país latinoamericano que más directamente se beneficia de esta gigantesca reserva subterránea de agua dulce, y eso le da una ventaja significativa frente a escenarios extremos de escasez. Pero esa ventaja solo se materializará si se acompaña con una gestión responsable, equitativa y sostenible.