Sus trufas y bombonesseducen el paladar de los barilochenses desde hace 25 años, aunque sus verdaderos orígenes se encuentran en la tradición chocolatera italiana. En la última década salieron a la conquista de Buenos Aires y hasta se convirtieron en la dulce tentación de la vicepresidente de la Nación. Chocolates, helados y frambuesas bañadas aparecen entre los productos estrella de Rapanui, el proyecto de Diego Fenoglio que ahora quiere enamorar al viejo continente.
Aldo Fenoglio aprendió el oficio de chocolatero en una confitería en Torino. Ahí deleitaba a todos con su producción hasta que la Segunda Guerra Mundial lo llevó a abandonar su país junto a su esposa. Su destino fue San Carlos de Bariloche, donde abrió su propio emprendimiento de chocolates artesanales, Tronador, en 1948.
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