Un nuevo ciclo electoral se cerró en los Estados Unidos con la reelección de Barack Obama. Luego de la mítica campaña que había realizado en el 2008, un aluvión de escritos sobre el uso de las nuevas tecnologías en las campañas electorales nos hacía intuir que aquella experiencia sería tomada y replicada por los candidatos latinoamericanos en sus contiendas electorales. Así supusimos en el caso de las elecciones presidenciales desarrolladas en el transcurso del 2010 en Chile, Brasil, Colombia o Costa Rica. Pero la realidad nos mostró que los candidatos usaban la web solo de manera accesoria, como un medio más para hacer política, no el principal. No desarrollaban estrategias específicas ni modificaban su forma vertical de comunicarse con los votantes; persistían utilizando las herramientas 2.0 como medios estáticos y unidireccionales, cuestión en la que Obama y su equipo habían dado un salto ofreciendo un espacio de comunicación directa entre el candidato y sus electores y seguidores directo. Lo cierto es que en esta campaña 2012, a diferencia de aquella, las tecnologías jugaron un rol importante, pero no central como había ocurrido en el 2008. Por lo tanto, ya son parte de la caja de herramientas con las que cuenta cualquier candidato, son un instrumento más al lado de los debates por televisión (inmensamente comentados en las redes sociales, pero sin haber cedido su lugar e importancia), las caminatas, el cara a cara, los actos de campaña, etc.

Una nueva generación, nacida entre 1992 y 1993 participó del proceso electoral por primera vez en el año 2011. Estos noveles votantes crecieron con internet, ésta es su forma de comunicación y define su interacción con el mundo. La generación de jóvenes que ha nacido inmersa en el desarrollo de las nuevas tecnologías es la generación conocida como nativos digitales. Se trata de un grupo de personas para las que los juegos de ordenador, Internet, el teléfono móvil, el correo electrónico o la mensajería instantánea forman parte integral de sus vidas. Mas aún deberíamos pensar en ellos de cara a las elecciones de 2013 cuando la ley habilita que los jóvenes de 16 años puedan votar. ¿Qué estrategias deberían desarrollar los candidatos para un público que es netamente nativo digital?

Lo cierto es que esta realidad nos indicaba que, para las elecciones presidenciales de 2011, los candidatos debían desarrollar estrategias que tuvieran en cuenta el perfil de estos jóvenes. Entendimos que, para este público, las herramientas 2.0 son parte esencial de su cotidianeidad, así deberían entenderlo tanto los candidatos como sus asesores. Durante la campaña encontramos que los candidatos hicieron poco, poquísimo uso de las redes y sus potencialidades. Así como había ocurrido en la región, los presidentes que ganaron la elección habían utilizado las nuevas tecnologías pero de forma complementaria a otras estrategias de campaña tradicionales. Los candidatos argentinos a la presidencia continuaron utilizando las plataformas de forma unidireccional como medio para comunicar, no se respondían los tweets, ni los mensajes vía Facebook y tampoco había respuestas a enlaces ni información compartida por usuarios en estas plataformas. Sin embargo, debemos notar que, entre todos los candidatos presidenciales, fue Cristina Fernández quien utilizó de manera más intensiva estas herramientas. En promedio, publicó 7 tweets por día, intercalando publicidad de actos de gobierno propias de la Presidencia, protocolares, proyectos de ley, y mensajes puramente de campaña.

La profesionalización de las campañas supone la instrumentación de diversos mecanismos de mediación entre candidatos y votantes, las TICs 2.0 deben formar parte de estos mecanismos; son el sine qua non para interactuar con las nuevas generaciones y permiten, al final del día, que la política sea más transparente y rinda cuentas a los ciudadanos, es decir, al pueblo.