El desgaste es un síndrome asociado con el agotamiento, el estrés, el pesimismo, el cinismo, el ensimismamiento y una mentalidad aislada. Estos síntomas son preocupantes en una persona, pero pueden resultar desastrosos en cuestiones mundiales. En el período previo a la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos, se percibe en el aire una clara sensación de desgaste. Espero que la reunión de este año ayude a formar un nuevo modelo de liderazgo capaz de vencer este malestar.
Después de un año caracterizado por grandes trastornos, muchos sienten que estamos presenciando la desintegración de un sistema global: crisis financieras y de deuda, desempleo, parálisis política, desigualdad social, crisis alimentarias y energéticas, y la lista continúa. Enfrentados a tantos problemas simultáneos e interrelacionados, nuestros líderes se ven sometidos a una tensión que los lleva hasta sus límites. Al mismo tiempo, los sistemas y salvaguardias que apuntalan nuestra existencia como comunidad mundial pugnan por hacer frente al complejo conjunto de riesgos actuales.
La reacción habitual ante esta situación consiste en exigir un liderazgo más firme. No obstante, los eventos del año pasado han marcado una y otra vez los límites del liderazgo en su forma tradicional. Preocupados por asuntos domésticos y precipitándose de una crisis a la siguiente, los líderes han logrado pocos avances tangibles. En cambio, hemos observado principalmente soluciones de corto plazo en un mundo donde todo sucede con enorme rapidez. No es sorprendente que la gente común esté perdiendo confianza en nuestros líderes. Los diversos movimientos Ocupa y Primavera en todo el mundo son indicios de esta comprensible frustración y angustia.
Existe una necesidad urgente de entrar en acción. Además de definir nuevos modelos para afrontar todos nuestros desafíos globales de manera colaborativa, tenemos que crear un nuevo modelo de liderazgo que sea efectivo en el mundo moderno: un liderazgo que enfatice tanto la visión como los valores requeridos para superar los retos actuales. Ésta es la combinación que puede proporcionar a nuestros líderes una brújula que los oriente a la hora de tomar decisiones.
Hace falta visión para interpretar y tratar de manera efectiva con un mundo globalizado. Tanto el progreso tecnológico como la interconectividad y la dispersión del poder han contribuido a crear una nueva realidad compleja que requiere de una clara percepción. La visión también es fundamental para que los líderes puedan vislumbrar las oportunidades por delante y se dediquen rigurosamente a ellas en lugar de sucumbir a la parálisis del desgaste.
Los valores son necesarios para generar confianza y avalar cualquier acción realizada. No obstante, los valores del liderazgo verdadero deben ir más allá de las ganancias a corto plazo de los accionistas o del próximo sondeo electoral; sólo entonces habrá una conexión real y una interacción significativa entre el pueblo y sus líderes. En el mundo actual, tanto el poder como la información están muy dispersos, y por lo tanto las decisiones sólo se pueden implementar si la gente comprende sus fundamentos. La visión brinda el motivo a largo plazo y los valores proporcionan el rumbo y el propósito.
Resulta significativo que, a pesar del espantoso panorama económico, hayamos alcanzado un número récord de participantes para nuestra Reunión Anual 2012 en Davos. Esto demuestra el hecho de que los líderes sienten la necesidad de unirse para afrontar de manera colectiva y colaborativa los imponentes desafíos globales que nos esperan. Davos brinda una verdadera oportunidad para que los líderes empresariales, gubernamentales y de la sociedad civil perfeccionen una visión colectiva y establezcan valores colaborativos. Esta Reunión Anual en particular tendrá mucha importancia si queremos reemplazar nuestro sistema de radar actual consistente en una gestión de crisis de situaciones a corto plazo por una brújula que establezca un rumbo claro y una orientación basados en valores a largo plazo.
El tema principal de todos los participantes en Davos será inevitablemente el reequilibrio y el desapalancamiento que está transformando a la economía global. Sin embargo, no debemos olvidar que la Reunión Anual también tiene como propósito asegurarse de que los líderes ejerciten sus responsabilidades con integridad moral y que el espíritu emprendedor se aproveche en beneficio del interés público. El tema de la Reunión Anual de este año es La gran transformación: estableciendo nuevos modelos, precisamente porque nos encontramos en una era de cambios profundos que requieren con urgencia nuevas formas de pensar en vez de limitarse a lo mismo de siempre.
El liderazgo basado en la visión y en los valores contribuirá en gran medida a recuperar la confianza y a derrotar el desgaste, pero únicamente si los propios líderes pueden demostrar mediante acciones concretas que la responsabilidad social y las obligaciones morales son más que palabras vacías.