La corrupción es uno de los mayores problemas de nuestros tiempos. Debilita las instituciones, contribuye a la exclusión social e impide el crecimiento económico. Además, impacta negativamente sobre la eficiencia, en tanto implica desperdicio y desviación de recursos públicos, tiene obvio impacto regresivo en la redistribución de ingresos y crea incentivos negativos en la sociedad.
En 2007 denunciamos el caso Skanska, que mostraba la matriz de corrupción en adjudicaciones de obras públicas de manera ilegal: negociaciones incompatibles, sobreprecios, facturas truchas y eventuales sobornos. En aquella oportunidad, la participación del Estado quedó corroborada a través de las escuchas telefónicas entre dos ejecutivos de la empresa, Claudio Corizzo auditor interno de Skanska y Javier Azcárate ex gerente comercial de la multinacional sueca en las que se habla del pago de coimas en la ampliación de un gasoducto. Con toda crudeza las desgrabaciones dejaban en claro un concepto terrible: en Argentina solo es posible hacer negocios con el Estado por la vía ilegal.
Corizzo: El mercado este y el negocio este es así en Argentina. Pero no podemos hacer chanchadas como las que hicimos; que sí, que no, que vamos, que coqueteamos con los mafiosos y después nos queremos bajar.
Azcárate:Es un negocio de cien millones de dólares, de cien millones de dólares de parte nuestra, más lo de ellos. Yo no sé, doscientos palos verdes. ¿Y vos le vas a tirar el negocio abajo, al tipo que hizo todo el tromping (sic) y al muchacho, al pingüino de acá dos cuadras?
Corizzo: Claro, no... Te tiran en un zanjón, estos. Así nomás te lo digo...
La desgrabación completa de estas escuchas fue una prueba importante para llamar a indagatoria a dos funcionarios sospechados de cobrar coimas. Fulvio Madaro, presidente del Enargas, y Néstor Ulloa, gerente de Nación Fideicomisos fueron indagados y procesados. Sin embargo, a seis años de esa causa, ningún funcionario público tuvo condena. Se sancionó la impunidad y lo que es peor quedó en evidencia que la corrupción es frecuente.
Una vez más, las noticias no generan ningún tipo de novedad. Se sumaron ayer dos nuevos casos en áreas de negocios muy disímiles. Por un lado, la confirmación de que la empresa Embraer pagó coimas en Argentina para vender sus aviones y por otro lado, la admisión de la empresa Ralph Lauren de haber sobornado a funcionarios en la Aduana para ingresar su mercadería. Los dos casos fueron denunciados fuera del país, ante la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos. La historia se repite.
Argentina tiene una tarea inmensa por delante para reconstruir un contrato social basado en la honestidad y la ejemplaridad en el ejercicio de la función pública. Pero de la mano de las actuales autoridades del Gobierno será una misión imposible. Por eso es tan importante el rol de una justi cia independiente, que lleve adelante una tarea rigurosa y condene con todo el rigor de la ley a los responsables.