Certificaciones como Empresa B, orgánico, Comercio Justo, Forest Stewardship Council (FSC), son cada vez más frecuentes en los productos o servicios que ofrecen tanto grandes empresas como PyMEs. Pero, ¿los consumidores conocen su importancia? ¿Cuáles son los beneficios que implican estas etiquetas? ¿Por qué ahora ganan relevancia? "La evolución ha seguido un camino natural, ya que se comenzó con las certificaciones más amplias y genéricas (Sistemas de Gestión base ISO) hacia certificaciones con mayor nivel de especificidad", comienza diciendo María Virginia Vilariño, coordinadora de Clima y Energía del Centro Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), sobre la evolución de estas certificaciones, y añade "dentro de estas específicas es donde lógicamente se dio una mayor proliferación en los últimos años y se extienden desde certificaciones temáticas (Huella de carbono) pasando por sectoriales (FSC - PEFC ) e incluso a nivel de insumos y productos (cacao Rainforest Alliance) por citar algunos ejemplos más conocidos". En cuanto a la hora de elegir una certificación, revela Vilariño, una organización debe considerar la pertinencia para su sector o industria en particular, "ya que, si bien existen certificaciones aplicables a cualquier actividad, otras se enfocan particularmente en industrias, cadenas o productos específicos". También debe considerarse el nivel de reconocimiento que tiene la certificación a nivel internacional y sobre todo en aquellos mercados que son más importantes para la empresa, incluso si alguna certificación es un requisito particular de clientes de la empresa. Otra consideración importante es si los aspectos ambientales, sociales o de gobernanza que son evaluados y acreditados por una determinada certificación son los aspectos críticos y materiales que la empresa ha evaluado para sus operaciones y su cadena de valor. En cuanto a los beneficios, indica que serán tangibles siempre que se haya elegido un estándar para certificar, que sea relevante para la empresa, su industria y sus mercados. De cumplirse, algunos beneficios incluyen: acceso a mercados internacionales, integración a grandes cadenas de valor; diferenciación, reputación entre otros. Otro punto clave, es el impacto de estas certificaciones en los consumidores. "El interés de los consumidores en la información y acreditación viene creciendo rápidamente, superando muchas expectativas". Pero, es necesario resaltar que ese interés no necesariamente se basa en un entendimiento acabado de los atributos de sosteniblidad. Por otro lado, "la propensión al consumo responsable o sostenible es muy sensible a los ciclos económicos y a la confianza del consumidor. Por ello, es tan importante avanzar en formas de medir y comunicar los atributos de sostenibilidad a los distintos actores, incluidos los consumidores, de manera creíble y transparente", finaliza Vilariño. En el mundo de las certificaciones, una que tomó gran relevancia es la orgánica. "En la Argentina la producción y elaboración orgánicas, están reglamentadas desde 1992, bajo la autoridad de Senasa, con la creación de Normas Argentinas para la Producción Orgánica, y el registro de empresas certificadoras para realizar las tareas de control", explican desde el Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO). Cabe destacar que la producción orgánica es un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas. Se trata de un sistema de producción sostenible que promueve el cuidado ambiental, mediante el fortalecimiento de la biodiversidad y la actividad biótica del suelo. Los alimentos derivados de la agricultura orgánica, son alimentos trazables, producto de un sistema de normas y fiscalización reconocido local e internacionalmente. Actualmente existen Normas Argentinas para la producción orgánica, tanto para la producción agrícola como la ganadera, y la elaboración de diferentes alimentos. El Senasa es la autoridad competente en la fiscalización del cumplimiento de dicha normativa oficial, siendo que en el país existen cuatro certificadoras que validan la producción orgánica, que son Ecocert, Food Safety, Letis y Organización Internacional Agropecuaria (OIA). "La Argentina es un país considerado confiable para los mercados orgánicos más exigentes del mundo. Esto se debe a la seriedad y profesionalismo demostrado por nuestro país al dictar normas de producción orgánica en concordancia con las más exigentes del mundo", resaltan desde MAPO, así la creación del Registro Nacional de Certificadoras Orgánicas posibilitó el comienzo de la certificación. Si bien un gran porcentaje de los productos orgánicos certificados son destinados a la exportación, en el mercado interno hay cada vez más productos orgánicos certificados, sobre todo en supermercados y negocios especializados. "Las empresas que están certificadas, tienen mercados que valoran lo orgánico, y la producción orgánica en Argentina y en el mundo tiene que estar certificada; no puede haber en el mercado productos orgánicos que no estén certificados", afirman desde MAPO. Por lo tanto, los compradores que buscan productos sustentables, o más saludables, valoran lo orgánico y la certificación. "Observamos que existe una tendencia creciente de alimentación a nivel mundial, en la que los consumidores buscan mayor naturalidad de los productos y transparencia respecto a los ingredientes que consumen y de todos los procesos a lo largo de la cadena de valor", comienza diciendo Guillermo Fazio, director de Supply Chain y Operaciones de Nestlé Argentina, Uruguay y Paraguay. Bajo esta premisa y la creciente tendencia de un consumo orgánico a nivel global, sumaron a su portafolio propuestas de productos orgánicos como cereales infantiles Nestum, chocolate Essentia y la leche con certificación orgánica Nido y Svelty. En el caso de la leche, acompañaron y asistieron desde los productores generando acuerdos con tamberos para hacer una inversión conjunta en la reconversión de tierras. "La producción de leche orgánica implica respetar los estándares de producción orgánica cuidando el ecosistema del tambo, respetando el comportamiento natural de las vacas, que deben estar en contacto con su alimento natural y con el campo para tener una alimentación en base pastoril, y no usar agroquímicos. Otra característica relevante es que se debe asegurar la trazabilidad durante todo el proceso", explica Fazio. En el caso de la leche en polvo de Nestlé, la certificación la realiza la Organización Internacional Agropecuaria (OIA). Al año, se logra la certificación de orgánico en conversión, que es la primera etapa en la certificación de orgánico y al segundo año, se logra el status de orgánico certificado. "Los productos orgánicos son una tendencia que viene desarrollándose a nivel mundial, con un crecimiento anual en volumen de más de 50%. A nivel local, el segmento orgánico es muy chico aún, a pesar de venir creciendo en forma continua en los últimos años", informa, consultado sobre cómo ven el impacto en el público. En cuanto a las ventajas, indica que es clave tener un tercero que valide y certifique científicamente que las prácticas son orgánicas, siendo fundamental para brindar credibilidad al consumidor. "Además, este proyecto tiene gran potencial para la exportación ya que hay mercados como Estados Unidos o Europa que ya tienen el segmento más desarrollado". De esta manera, esperan poder sumar la exportación de leche orgánica.