La Argentina es un país muy rico y diverso en regiones y actividades productivas. En la región centro, la llamada Pampa húmeda, la producción agrícola y ganadera son las actividades predominantes. En los últimos años, las siembras de los principales cultivos han experimentado transformaciones, desarrollando oportunidades e incrementos en los potenciales productivos.

Las innovaciones en el área vienen de la mano de dos pilares, por un lado, las nuevas tecnologías y herramientas digitales vinculadas al sector; y por el otro, no menos importante, la conservación y cuidado de los recursos naturales involucrados en los procesos productivos.

Esta nueva agricultura permite trazar una estrategia mucho más adecuada para cada lote, priorizando el uso eficiente de los recursos y generando menor impacto en el medio ambiente. Cada vez que se genere una labor sobre un lote agrícola, no solo se concreta su objetivo principal (sembrar, fertilizar, pulverizar, cosechar, etc), sino que se genera un registro de dicha tarea. Ese registro posee un dato de posición temporal y espacial, acompañado de una serie de variables que suman información, dependiendo del equipamiento que se utilice en cada caso.

La sucesiva secuencia de tareas que intervienen en el proceso productivo, en el transcurso de una campaña, van generando múltiples capas de datos. Con el paso del tiempo y de los ciclos productivos, se acumulan grandes volúmenes de información que, administrados y analizados de manera adecuada, son muy útiles para la toma de decisiones, la planificación o los ajustes en la estrategia productiva.

En ese sentido, si bien la recolección de los datos es muy importante, el manejo de esta información es clave para que su utilización sea exitosa. Con el software adecuado, se pueden identificar zonas de un lote y analizar sus respuestas ante diferentes inputs de recursos e insumos. A los mapas de datos que se generan, se les puede sumar capas de información de otras tecnologías como NDVI de imágenes satelitales y mapas de suelo, para ser procesados e manera conjunta por estas herramientas y algoritmos.

Las zonas que se detectan con similar comportamiento son evaluadas por su potencial productivo para determinar ambientes de mayor, media o baja productividad. En función de esta zonificación específica, sustentada en las múltiples capas de información, se define el uso variable de los insumos, para optimizar los recursos y permitir que cada ambiente exprese su máximo potencial.

El uso variable de insumos como las semillas y los fertilizantes -que representan entre el 50 y el 60% de los costos de producción de cereales como el trigo y el maíz- permite optimizar el uso de los recursos disponibles y, en consecuencia, mejorar los márgenes.

Por otra parte, hay una nueva mirada sobre los recursos naturales y mayor conocimiento sobre los aspectos ambientales involucrados en el negocio. Se ha generado conciencia sobre el impacto que tienen en el ambiente ciertos procesos productivos, en especial si están vinculados a malas prácticas o a mal uso o abuso de ciertos insumos.

El uso variable de los insumos que mencionamos recientemente es una práctica que también puede prevenir impactos negativos, porque permite ofrecer una dosificación adecuada a las necesidades de cada lote y, al mismo tiempo, evitar altas concentraciones de un producto, innecesario tal vez.

El sector agrícola ha incorporado numerosas prácticas de manejo a campo destinadas a la conservación y mejora de los suelos. Además de la siembra directa, que previene los procesos de erosión eólica o hídrica, las estrategias productivas incluyen la rotación de cultivos de diferente tipo y la adopción masiva de gramíneas, que aportan materia orgánica al suelo.

También está poniendo foco en la adopción de productos fitosanitarios, de una clase toxicológica verde o azul, que generan menor impacto en el medioambiente. Son productos especiales para el control de plagas, malezas o enfermedades específicas, que respetan la fauna benéfica del sistema. Siempre la decisión del uso de estos productos está respaldada por mediciones y monitoreos adecuados.

En los últimos años, han ganado protagonismo los llamados cultivos de servicios, cultivos que se generan en el lote durante el periodo que no se encuentra el cultivo principal de renta, en post de obtener algún beneficio puntual como puede ser: buscar más biodiversidad del sistema, descompactar suelo, rotar especies, controlar malezas, bajar niveles freáticos, entre otros.

La agricultura contemporánea se está tornando un desafío cada vez más emocionante para los nuevos actores en el sector. Hay muchas más herramientas disponibles que ayudan a la toma más consiente y responsable de las decisiones de producción, teniendo presente siempre el impacto que estas decisiones generan en los ambientes y los ecosistemas.