

El futuro de los neobancos ya no se define únicamente por la velocidad con la que suman clientes, sino por el valor económico que logran generar a partir de cada usuario. Análisis comparativos del sector fintech muestran que la rentabilidad por cliente se ha convertido en una de las métricas centrales para evaluar la viabilidad de los modelos digitales.
De acuerdo con un análisis elaborado por Simon Taylor, fundador de Fintech Brainfood, existen diferencias relevantes en el Ingreso Promedio anual por Usuario (ARPU, por sus siglas en inglés) entre los principales neobancos a nivel global.
Entidades internacionales con millones de usuarios, como Nubank o Chime, registran un ARPU inferior a los 50 dólares anuales, lo que refleja modelos centrados en volumen.
En contraste, jugadores con bases de clientes más acotadas, como Monzo, Starling o Wise, superan los 100 dólares por usuario, apoyados en una oferta más diversificada de productos y servicios financieros.
En este espectro, Revolut aparece como un caso intermedio: combina un crecimiento acelerado de clientes con una estrategia enfocada en aumentar el valor de cada usuario mediante servicios premium, pagos internacionales, inversión y crédito, lo que le ha permitido avanzar hacia modelos de rentabilidad más sostenibles en distintos mercados.
En el caso de México, la fintech prevé iniciar operaciones en enero de 2026 y ya cuenta con alrededor de 220,000 personas interesadas inscritas en su lista de espera, lo que anticipa una entrada con alta expectativa, pero también con el reto de convertir ese interés en clientes activos y rentables.
¿Cuál es la perspectiva para México?
Este enfoque resulta particularmente relevante para el mercado mexicano, donde la competencia entre neobancos y fintechs ha estado marcada por campañas agresivas de captación.
Para Álvaro Vértiz, socio director de DGA Group para Latinoamérica y el Caribe, medir el éxito de una entidad digital únicamente por el número de clientes puede ser engañoso.
“Puede existir una entidad con muchos clientes, pero muy poco rentabilizados o incluso dormidos, lo cual en lugar de representar una ventaja competitiva se convierte en una debilidad, porque el costo de mantenimiento de ese cliente se vuelve más alto”, explicó.
Advirtió que atraer usuarios a través de rendimientos elevados en productos de ahorro o inversión no garantiza que esos clientes sean un activo para la institución.
Si el neobanco no logra colocar el capital captado a través de crédito u otros servicios, el cliente puede convertirse en un factor de presión financiera.
En ese sentido, Vértiz subrayó que la discusión debe centrarse en qué servicios utiliza cada cliente y cómo evoluciona su relación con la institución a lo largo del tiempo.
“No se trata solo del número de clientes creados, sino de la duración que tendrá ese cliente dentro de la institución y de lo que ocurra entre ambos hacia el futuro”, afirmó.
Panorama para el futuro de los neobancos
Hacia adelante, el panorama será distinto según el grado de madurez de cada entidad. Mientras los neobancos que recién inician operaciones priorizarán la adquisición de usuarios, aquellos con una base consolidada enfrentarán una mayor presión por rentabilizar a sus clientes y convertir su modelo en uno sano y sostenible.
A este desafío se suma la educación financiera, un factor clave para impulsar la activación y permanencia del cliente digital.
En un entorno con múltiples ofertas que aparentan ser similares, los usuarios deberán comprender mejor qué productos se ajustan a sus necesidades y cómo utilizarlos de forma responsable, mientras que las instituciones deberán adaptarse con rapidez a la evolución del comportamiento de sus clientes.
Además, el mercado cada vez es más competitivo, el ingreso promedio por usuario comienza a perfilarse como una métrica central para entender quiénes lograrán consolidarse en el ecosistema de neobancos y quiénes enfrentarán mayores retos para sostener su crecimiento.
















