En las Islas Galápagos la evolución parece estar dando un giro inesperado. Un grupo de investigadores descubrió que algunas especies silvestres de tomate están reactivando un mecanismo de defensa química que se creía extinto desde hace millones de años.
Este fenómeno, documentado en un estudio reciente publicado en Nature Communications, desafía el paradigma clásico de Charles Darwin por mostrar una forma precisa y funcional de lo que podría llamarse "evolución inversa".
Las plantas desafían a Darwin y recuperan su "escudo molecular" perdido
Las protagonistas de este fenómeno son Solanum cheesmaniae y Solanum galapagense, especies nativas que descienden de plantas sudamericanas.
Según el estudio, en islas como Fernandina e Isabela -formadas recientemente- estas plantas están sintetizando una forma arcaica de alcaloides, compuestos tóxicos naturales que actúan como defensa frente a plagas.
Lo sorprendente es que esta versión "ancestral" de los alcaloides no se encuentra en los tomates modernos, sino en plantas como la berenjena, lo que indica que estas defensas fueron suprimidas en algún punto de la evolución y ahora fueron reactivadas.
La diferencia no es solo química, sino estructural: aunque los compuestos tienen la misma fórmula, su arquitectura tridimensional -clave en su función biológica- es distinta.
Este fenómeno, conocido como cambio en la estereoquímica, transforma completamente la eficacia del compuesto.
Solo cuatro mutaciones reactivan un gen antiguo
El equipo de científicos descubrió que bastaban cuatro modificaciones en la cadena de aminoácidos de una enzima clave para que estas plantas recuperaran la capacidad de producir alcaloides "prehistóricos".
Para comprobarlo, reprodujeron esos cambios en laboratorio e insertaron los genes modificados en plantas de tabaco, que también comenzaron a producir los antiguos compuestos. Es decir, no se trata de una mutación aleatoria, sino de una reversión bioquímica precisa y funcional.
Este tipo de "rescate genético" sugiere que los genomas vegetales conservan una memoria evolutiva latente, lista para reactivarse en contextos extremos.
En las islas jóvenes de Galápagos, donde el suelo es pobre y las condiciones son agresivas, tener defensas químicas más potentes podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Así, la presión ambiental no empuja hacia la novedad, sino hacia soluciones del pasado.
¿Una rareza o el inicio de una nueva comprensión evolutiva?
Aunque ya se reportaron otros casos aislados de reversión evolutiva -como serpientes que desarrollan extremidades rudimentarias o bacterias que reactivan genes dormidos-, nunca se había observado con tanto detalle en una planta comestible tan importante como el tomate.
Este hallazgo no solo plantea nuevas preguntas sobre la flexibilidad del proceso evolutivo, sino que también ofrece oportunidades para la biotecnología.
Si podemos identificar y reactivar rutas bioquímicas útiles mediante pequeños cambios genéticos, podríamos diseñar cultivos más resistentes, con menos pesticidas y propiedades mejoradas.
Pero como señalan los autores del estudio, antes de modificar artificialmente lo que la naturaleza ya hace, debemos entender profundamente cómo y por qué ocurre.