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Aquel pequeñito que regresaba del colegio y te contaba todo cuanto había sucedido hoy se ha convertido en un adolescente silencioso y críptico. Para el psicólogoy terapeuta familiar Antonio Ríos la manera de lograr una conversación sana con tu hijo es propiciando una comunicación afectiva en donde la clave será la escucha silenciosa.

Aunque suene complicado el punto está en no propiciar conversaciones con tu hijo, sino esperar a que él se abra y estar disponible cuando sea. "Uno de los grandes errores que cometemos como madres, padres o educadores es creer que las conversaciones profundas deben provocarse", afirma Ríos.

Las reglas de la comunicación afectiva según la psicología

No. No te pedimos que dejes de hablarle a tu hijo hasta que él decida hacerlo, sino de aprovechar el momento en que él se abre sin acosarlo con preguntas para retomar la conversación en el momento adecuado.

La oportunidad de la charla llega de seguro en un momento en que el adulto se encuentra ocupado: cocinando, lavando platos, regando. Si tu hijo adolescente comienza a hablar sigue haciendo tu tarea. No será una falta de interés o de respeto que continúes con lo tuyo, sino de propiciar ese momento anhelado.

Ríos sostiene que tu objetivo debe ser no cortar ese flujo, el canal creado en ese instante. Las preguntas o advertencias deben quedar para otro momento y en su lugar, evitar interrumpir el relato o solo hacerlo con expresiones de sorpresa que funcionan como "abrepuertas" al decir del especialista en vínculos.

El diálogo en este momento no requiere de participación del adulto sino de su escucha atenta. No se trata de intervenir de inmediato, sino de sostener el espacio de atención sin juicio. "Importa que sigan. Que descarguen. Que se escuchen a sí mismos mientras tú amortiguas su mundo con tu silencio atento", indica Ríos.

Psicología: Cuándo retomar aquello que te ha contado tu hijo

Generalmente interrumpes a tu hijo adolescente en su relato. No es que hablas sobre él, sino que intervienes con preguntas que suenan a reprimenda y la conversación acaba en ese instante.

¿Qué hacer entonces? No se trata de que dejes a tu hijo monologar y que tu escuches cosas que sabes necesitan de tu guía sin que hagas nada. Por el contrario, se trata de esperar el mejor momento. La psicología recomienda que superes el impulso de intervenir en el momento en que tu hijo habla y postergarlo.

"Aguanta el impulso. Anótalo mentalmente, respira hondo, y deja pasar el momento", sugiere Ríos. Y retomarlo luego con más calma. Se trata de elegir el momento adecuado para hablar. Si en cambio intervienes durante el relato, ese flujo que buscas se interrumpe y en tu hijo aparece lo que los especialistas definen como "resistencia pasiva": tu hijo dejará de escucharte verdaderamente incluso cuando se quede en silencio.

En el caso contrario, cuando es el padre o la madre quien necesita expresar algo, las reglas cambian. Ya no se trata de comunicación afectiva, sino de una conversación dirigida, más racional. Y con ello, aparece lo que Ríos llama "resistencia pasiva".

Comunicación superficial y el vínculo que construyes con tu hijo

Finalmente Ríos aconseja que aproveches temas aparentemente intrascendentes para mantener el vínculo con tu adolescente cuando hay calma. Música, deportes, opiniones generales. "Temas donde no hay implicación emocional directa, y que permiten mantener el vínculo en momentos de calma", subraya.

Finalmente, Ríos recuerda que no hay atajos. La clave está en estar presentes a lo largo del tiempo, sin forzar confidencias ni esperar resultados inmediatos. "La adolescencia dura años, y no siempre habrá grandes confidencias", advierte.