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Diversos factores cruciales entran en juego al evaluar el potencial de supervivencia de un país en este contexto. Un emplazamiento geográfico estratégico, que ofrezca aislamiento natural o una posición alejada de los principales focos de tensión, se considera primordial.

En un escenario global marcado por la escalada de tensiones internacionales y la persistente sombra de un conflicto bélico de proporciones mundiales, la atención se centra cada vez más en aquellos rincones del planeta que podrían ofrecer un refugio ante la tormenta.

La búsqueda de la seguridad se ha convertido en una prioridad para muchos, analizando con lupa qué naciones podrían quedar fuera de las consecuencias de una eventual Tercera Guerra Mundial.

El país latinoamericano que podría mantenerse al margen de una Tercera Guerra Mundial

Asimismo, la abundancia y diversidad de recursos naturales, incluyendo la capacidad de autoabastecimiento alimentario y energético, se erigen como pilares fundamentales para la resiliencia.

Estas naciones, con sus características distintivas, podrían transformarse en verdaderos bastiones de supervivencia en caso de una debacle global, tanto en el plano económico y comercial, como en la eventualidad de un estallido de hostilidades a nivel internacional. Se trata de cuatro naciones, entre las cuales una es de América Latina.

En las antípodas, Nueva Zelanda se distingue como uno de los territorios más seguros del planeta, gracias a su estratégico aislamiento geográfico y una economía resiliente. Célebre por sus paisajes prístinos, este país también sobresale por su robusta producción de alimentos, un factor vital en tiempos de crisis.

Según la organización Rethinking Security, su lejanía de los principales focos de conflicto y su marcada estabilidad política la convierten en un refugio codiciado, con una relativa protección incluso ante los devastadores efectos de un invierno nuclear y la capacidad de evitar hambrunas gracias a su autosuficiencia agrícola.

Cruzando el globo, en el Atlántico Norte, Islandia presenta una singular amalgama de aislamiento geográfico y una notable riqueza en recursos naturales.

Esta nación nórdica destaca por su autosuficiencia energética, sustentada en fuentes renovables como la geotermia e hidroelectricidad. Su distancia considerable de los principales centros de tensión geopolítica y militar, sumada a su capacidad para generar energía limpia de forma autónoma, la posicionan como un refugio seguro.

Finalmente, en el corazón de Sudamérica, un país emerge como una opción de resguardo gracias a su imponente geografía, que abarca la majestuosa cordillera de los Andes y una extensa costa.

Su capital, Santiago, conjuga una población hospitalaria con sólidas relaciones diplomáticas con potencias occidentales, lo que podría ser crucial para la recepción de posibles refugiados. La riqueza de sus recursos naturales y una economía relativamente estable lo posicionan como una alternativa atractiva para quienes buscan escapar del caos en otras latitudes: Chile.

En la inmensidad del Pacífico Sur, Fiyi emerge como un posible santuario para aquellos que valoran un clima benigno y un ritmo de vida sosegado. Su ubicación insular, a considerable distancia de los continentes, le confiere un aislamiento natural que podría actuar como un escudo protector ante las ondas expansivas de un conflicto global. Si bien su economía es modesta, sus recursos naturales esenciales y una población relativamente contenida podrían facilitar la gestión de crisis internas.