

En un contraste que evidencia la brecha entre quienes legislan y quienes viven bajo esas leyes, los integrantes del Congreso de la Unión se otorgaron privilegios que contrastan dramáticamente con las condiciones de millones de trabajadores.
Mientras la mayoría de los asalariados se prepara para recibir el mínimo legal de 15 días de aguinaldo —una cifra que no se actualiza desde 1975—, senadores y diputados cobrarán 40 días y disfrutarán de un descanso que duplica el del resto.
La situación se vuelve más crítica cuando se revisa el destino de dos iniciativas legislativas que proponen duplicar el aguinaldo mínimo de 15 a 30 días. Ambas permanecen congeladas en comisiones, sin avance ni discusión, mientras sus impulsores disfrutan de las generosas prestaciones que ellos mismos se autorizaron.

El privilegio en cifras: 175,000 pesos de aguinaldo para senadores
Los números hablan por sí solos y dibujan una realidad incómoda. Con una dieta mensual de 131,700 pesos, cada uno de los 128 senadores recibirá un aguinaldo de 175,600 pesos. Esta cantidad representa lo que un trabajador con salario mínimo general (278.80 pesos diarios) ganaría en más de dos años de trabajo continuo.
Los 500 diputados federales no se quedan atrás. Su aguinaldo ascenderá a 105,333 pesos, derivado de una dieta mensual de 79,000 pesos. Para poner esto en perspectiva, un empleado en la Zona Libre de la Frontera Norte, donde el salario mínimo es de 419.88 pesos diarios, recibirá apenas 6,298 pesos de aguinaldo.
El dato resulta aún más llamativo al comparar el salario de los senadores con el de la presidenta Claudia Sheinbaum. La diferencia es de apenas 2,590 pesos mensuales: ella percibe 134,290 pesos mientras que cada legislador de la Cámara alta gana 131,700 pesos.
Puentes extendidos mientras el país trabaja
El manejo del calendario legislativo añade otra capa de controversia. Los legisladores decidieron tomarse un receso de seis días por el Aniversario de la Revolución Mexicana, cuando la mayoría de los trabajadores mexicanos gozó únicamente de tres días de asueto. La última sesión plenaria fue el 12 de noviembre y no retomarán actividades hasta el 19 del mismo mes.
Pero esto es apenas el aperitivo de sus vacaciones de fin de año. El periodo ordinario de sesiones concluye el 15 de diciembre y el siguiente no inicia hasta el 1 de febrero, lo que les otorga 47 días continuos sin sesiones plenarias. Este descanso supera por 21 días al tradicional puente Guadalupe-Reyes que disfrutan algunos trabajadores del sector privado.
El Senado incluso programó dos sesiones para el mismo día de su regreso del puente, una estrategia que les permite cumplir formalmente con su agenda mientras maximizan sus días de descanso.
Medio siglo de estancamiento para los trabajadores
La historia del aguinaldo en México revela un abandono sistemático de las necesidades de la clase trabajadora. El artículo 87 de la Ley Federal del Trabajo establece que los empleados tienen derecho a recibir “quince días de salario, por lo menos” antes del 20 de diciembre. Esta disposición no experimentó ninguna modificación progresiva desde la reforma del 31 de diciembre de 1975.
En la legislatura anterior, el entonces senador Napoleón Gómez Urrutia impulsó una reforma para aumentar el aguinaldo a 30 días. La Comisión de Trabajo y Previsión Social aprobó el dictamen el 28 de febrero de 2024, pero jamás llegó al pleno. El proyecto quedó archivado.
Gómez Urrutia argumentó que los trabajadores mexicanos laboran más horas que sus pares en otros países, pero su poder adquisitivo y prestaciones no reflejan ese esfuerzo. “Es sólo un acto de humanidad”, señalaba la iniciativa al proponer que duplicar el aguinaldo “favorecerá al sector productivo, permitirá inyectar dinamismo a la economía nacional y contribuirá a disminuir las desigualdades salariales”.
En la actual legislatura, la diputada Gabriela Benavides Cobos del Partido Verde presentó otra propuesta similar en octubre de 2024. Su destino fe idéntico: permanece congelada, sin discusión en comisiones y sin fecha para su análisis.















