

Más de dos décadas después del trágico accidente en el túnel del Pont de l’Alma en París que cobró la vida de la princesa Diana, una nueva investigación señala que la BBC y el periodista Martin Bashir podrían haber alterado irreversiblemente el curso de los acontecimientos que llevaron a su muerte.
Según las reveladoras declaraciones del periodista Andy Webb, quien investigó el caso durante más de 20 años, si la cadena británica hubiera actuado de manera transparente y ética tras el escándalo de la histórica entrevista de 1995, la princesa del pueblo podría estar viva hoy, disfrutando de sus nietos y de una vida alejada de los reflectores.
Las acusaciones son contundentes: documentos falsificados, mentiras sistemáticas, manipulación psicológica y un encubrimiento institucional dejaron a Lady Di vulnerable, paranoica y aislada de las personas que realmente velaban por su seguridad.

“Ella estaría viva hoy”: la explosiva acusación contra la BBC que sacude los cimientos de la institución
Andy Webb, ex-reportero de la misma BBC, no se guarda nada en su contundente acusación. En una reciente entrevista con el Australian Herald Sun, el periodista afirmó sin titubeos que Diana tendría 64 años en la actualidad, estaría rodeada de cinco nietos y su familia no cargaría con el dolor de una pérdida evitable si la cadena británica hubiera cumplido con su deber básico de transparencia y cuidado.
“Diana tendría 64 años, tendría cinco nietos y para su familia es ese conocimiento, si la BBC hubiera hecho lo que claramente debía haber hecho, incluso sobre esa base del simple deber de cuidado de notificar sobre lo que había sucedido su vida habría seguido un curso diferente”, declaró con determinación.
En su libro, documenta con precisión cómo Martin Bashir cruzó todas las líneas éticas imaginables para conseguir acceso a la princesa. El método fue tan retorcido como efectivo: uso pruebas completamente fabricadas y documentos falsos para ganarse la confianza del hermano de Diana, Charles Spencer, quien fungía como uno de sus principales protectores.
A través de esta manipulación del círculo íntimo de la princesa, logró lo que parecía imposible: una entrevista exclusiva y sin precedentes con la mujer más fotografiada del mundo.
Lo verdaderamente escandaloso del caso no es solo la conducta individual del periodista, sino la respuesta institucional de la BBC. El autor revela que los directivos de más alto nivel de la cadena se enteraron de inmediato sobre la existencia y el uso de los documentos falsificados. Sabían que Martin Bashir había engañado deliberadamente a la familia. Sabían que había violado todos los códigos de ética periodística. Y aun así, tomaron la decisión consciente de permitir que el material saliera, priorizando el sensacionalismo. Peor aún, posteriormente participaron activamente en encubrir la irregularidad, mintiendo repetidamente cuando se les cuestionó sobre los métodos utilizados para obtener la entrevista.
“Si Bashir no hubiera hecho lo que hizo, las cosas habrían sido muy, muy diferentes, por supuesto”, explicó Andy Webb. “Lo que sus jefes supieron rápidamente fue que Martin Bashir había encargado documentos falsificados; sabían que los había hecho pasar por auténticos, y sabían que había mentido sobre lo que había hecho tres veces cuando se le preguntó al respecto”. Esta cadena de engaños y encubrimientos institucionales, según el autor, desencadenó una serie de eventos que culminarían trágicamente en París el 31 de agosto de 1997.

El círculo de mentiras que aisló a Diana de sus protectores y la dejó vulnerable
Según las fuentes mencionadas en el libro, las tácticas empleadas por Martin Bashir para manipular psicológicamente a la princesa Diana fueron tan elaboradas como devastadoras.
El periodista no se limitó a falsificar documentos bancarios para simular que miembros del personal de Diana estaban siendo pagados por agencias de inteligencia; fue mucho más allá, creando un universo completo de paranoia y desconfianza a su alrededor. Entre las falsedades más escandalosas que utilizó para ganar la confianza de Lady Di y convencerla de que necesitaba hablar públicamente estaban afirmaciones extraordinarias y completamente inventadas.
Le dijo que el príncipe Edward, hermano del entonces príncipe Carlos, tenía SIDA, una mentira cruel diseñada para hacerla creer que la familia real escondía secretos oscuros. Le aseguró que la niñera de sus hijos, Tiggy Legge-Bourke, había quedado embarazada del príncipe Carlos y había abortado, una acusación tan grave como falsa que buscaba alimentar sus inseguridades sobre la infidelidad de su entonces esposo.
Incluso llegó al extremo de afirmar que su hijo William, entonces un adolescente, llevaba un reloj espía con el que la familia real lo monitoreaba, una teoría conspirativa diseñada para hacer que Diana sintiera que no podía confiar en nadie, ni siquiera en su propio círculo más íntimo.
Este clima deliberado de paranoia tuvo consecuencias inmediatas y catastróficas. Creyendo las historias inventadas por el hombre, comenzó a desconfiar profundamente de las personas que realmente la protegían y tenían sus mejores intereses en mente.
La primera víctima fue Patrick Jephson, su leal secretario privado, quien había trabajado incansablemente para proteger sus intereses y manejar las complejidades de su vida pública. De hecho, renunció semanas después de la emisión de la entrevista.
Pero la pérdida más grave fue la de su equipo de seguridad. Convencida por las mentiras que estaba siendo espiada y traicionada por todos lados, tomó la decisión de prescindir de gran parte de su protección oficial. Esta decisión la dejó vulnerable durante los meses cruciales que siguieron, especialmente mientras lidiaba con la presión mediática constante, los conflictos intensificados con la familia real tras sus revelaciones públicas sobre la infidelidad del príncipe Carlos con Camilla Parker Bowles, y los desafíos de reconstruir su vida personal.
Así, la noche de su muerte en París, no contaba con el nivel de seguridad profesional que habría tenido si no hubiera desmantelado su equipo. El hermano de Diana, Earl Spencer, cree firmemente que la vida de su hermana no habría seguido el desastroso curso que tomó si no hubiera sido víctima de esta manipulación sistemática.
Las consecuencias de un engaño que cambió la historia y dejó un legado en la Corona Británica
La entrevista que Martin Bashir condujo con la princesa Diana el 5 de noviembre de 1995, y que fue transmitida por la BBC, se convirtió instantáneamente en uno de los momentos televisivos más impactantes de la historia moderna.
Aproximadamente 200 millones de personas en todo el mundo sintonizaron para escuchar a Diana pronunciar las palabras que definirían su legado: “Bueno, éramos tres en este matrimonio, así que estaba un poco abarrotado”, refiriéndose a la relación de Carlos con Camilla Parker Bowles. Fue un momento de televisión cruda, honesta y devastadora que expuso las fisuras en la Corona Británica como nunca antes.
A partir de ese momento, su relación con la familia real se volvió insostenible, su divorcio del príncipe Carlos se aceleró (finalizando formalmente en agosto de 1996), y su vida pública se complicó exponencialmente. La familia real, furiosa por las revelaciones públicas, intensificó su distanciamiento de Diana, dejándola aún más aislada.
El impacto emocional en Diana fue profundo. Había expuesto su vida privada, había desafiado abiertamente a una de las instituciones más poderosas del planeta, y todo basándose en parte en las mentiras que Martin Bashir le había contado para convencerla de que hablar era su única opción. En los meses siguientes, Diana luchó por encontrar su camino, buscando redefinir su papel como figura pública independiente, dedicándose a causas humanitarias como la campaña contra las minas terrestres, pero siempre bajo el escrutinio despiadado de los medios de comunicación y sin el apoyo institucional que antes tenía.
La cadena de eventos culminó trágicamente en las primeras horas del 31 de agosto de 1997, cuando Diana murió en un accidente automovilístico en el túnel del Pont de l’Alma en París, acompañada de Dodi Al-Fayed. El vehículo en el que viajaban era conducido por un chofer que estaba bajo los efectos del alcohol, mientras huían de fotógrafos paparazzi que los perseguían en motocicletas.















