

La Virgen de Guadalupe volvió a despertar un fenómeno de fe y misterio, esta vez en el corazón de Europa. Una antigua imagen guadalupana, cuyo origen parecía olvidado, reapareció en un convento español, causando asombro entre creyentes y expertos.
El hallazgo forma parte de una exposición inédita en el Museo del Prado, pero su historia conmociona por los detalles inexplicables de su viaje y resguardo.
Se trata de una obra de 1656, realizada por el criollo José Juárez, que fue elaborada directamente a partir de la tilma original. La pintura fue llevada a España por una dama de la corte virreinal y entregada al Convento de la Concepción, en Ágreda. Su reaparición pública después de siglos ha sido considerada por algunos devotos como una señal espiritual.

La Virgen que cruzó el océano sin que nadie lo notara
La imagen de la Virgen de Guadalupe, aunque originada en México en 1531, se propagó globalmente desde el siglo XVII gracias a copias milagrosamente precisas. Algunas, como esta pintura ahora expuesta, se realizaron tras procedimientos casi rituales que incluían descorrer velos sagrados y calcar contornos de la tilma original.
"Es la imagen mariana más repartida del orbe", explicó Paula Mues Orts, cocuradora de la muestra. "Su culto se afianzó en España por la vía del Galeón de Manila y el fervor de criollos y peninsulares", agregó la investigadora del INAH.

Un legado religioso escondido que ahora vuelve a brillar
El cuadro había sido olvidado durante siglos en el convento donde ingresó como monja la mujer que lo llevó desde México. Su descubrimiento durante la curaduría de la exposición Tan cerca, tan lejos ha sido interpretado por algunos fieles como una manifestación divina.
"Esta aparición remueve lo más profundo del corazón guadalupano", dicen visitantes anónimos en redes sociales. El misterio ha encendido una nueva llama de devoción y preguntas aún sin respuesta.

El culto que nació de milagros y venció fronteras
Aunque bajo control eclesiástico, el culto a Guadalupe creció por la fe del pueblo. Milagros como detener la peste en 1736 o salvar a México de inundaciones cimentaron su lugar sagrado. A partir de ahí, la necesidad de copias llevó a procesos ceremoniales, como elegir artistas indígenas por medio de ritos tradicionales.

Desde entonces, su imagen se reprodujo con una fidelidad mística, convirtiéndose en estandarte de identidad y fe. "Es una mariofanía acheropita", recordó Mues, es decir, una aparición no realizada por mano humana.














