Al menos 1000 personas fueron detenidas por la policía en Irán desde el viernes pasado, cuando comenzaron las manifestaciones contra el anuncio gubernamental de aumento del precio del combustible (de 29 a 36 centavos de dólar por litro) y el racionamiento mensual de la nafta para cada automóvil, a 60 litros.
Las protestas se propagaron por varias ciudades, al menos una persona murió -las redes sociales daban cuenta de más víctimas mortales por la actuación de las fuerzas de seguridad- y se prendieron fuego a más de 100 sucursales bancarias y comercios.
Ayer el líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, respaldó el aumento del combustible y culpó de "sabotaje" a los opositores. "El sabotaje y el incendio los cometen 'hooligans', no nuestro pueblo", dijo. "La contrarrevolución y los enemigos de Irán siempre han apoyado el sabotaje y las violaciones de seguridad y continúan haciéndolo", dijo Jamenei y lamentó que "varias personas perdieron la vida".
Mientras que el presidente iraní, Hasan Rohaní, advirtió que las autoridades no permitirán que se fomente "la inseguridad y la anarquía" en el país. "Protestar es el derecho de la población, pero esto es diferente de la anarquía", subrayó, según un comunicado de la Presidencia.
Rohaní criticó los ataques a bancos y comisarías, entre otras propiedades públicas y privadas que han sufridos daños e incendios. En cuanto a las protestas que bloquearon carreteras, Rohaní indicó que "el coche no es para crear atascos" y que estos vehículos y conductores serán identificados.