El papa Francisco está de visita en Bulgaria, un país de mayoría ortodoxa y acelerado despoblamiento. En su primer mensaje ante algunos de los fieles católicos, que llegan sólo al 0,7% de la población, expresó su preocupación por la acelerada emigración de la juventud de ese país.

Según datos de la oficina de estadística, en 1989 Bulgaria tenía 9 millones de habitantes, ahora tiene sólo 7,2 millones, lo que representa una caída de población del 20% y que nadie atina a decir se en algún momento se detendrá.

Aún así, el primer ministro conservador, Boiko Borisov, está empeñado en impedir el ingreso de los migrantes que corren de la guerra y la miseria en el Medio Oriente y África.

Si todo sigue como creen, para 2050 habrá sólo 5,4 millones de habitantes en suelo búlgaro y con una población avejentada.

El Pontífice pidió a los búlgaros que no se cierren "a quien llama a sus puertas", y sugirió que el desarrollo económico y civil del país pasaba por un "encuentro" entre culturas y religiones diferentes.

Según Naciones Unidas, es el país pierde más rápidamente población en el mundo, debido a la emigración, una natalidad baja y una mortalidad superior a la media europea, un fenómeno que afecta a otros países de los Balcanes y de Europa central.

¿La razón? Es la nación más pobre de la Unión Europea. El salario mínimo ronda los 180 euros por mes y unos 3,8 millones de búlgaros viven con esos recursos, mientras que otros 5,3 millones tienen ingresos menores a 400 euros por mes.

Estados Unidos es uno de los mayores receptores de migrantes búlgaros del mundo. Se calcula que allí hay unos 300.000, le siguen España, Grecia, Alemania y el Reino Unido.