El módulo carguero Dragon, la parte más importante del cohete Falcon 9 que se lanzó desde Cabo Cañaveral el viernes de la semana pasada, ya llegó a la Estación Espacial Internacional, su objetivo, el domingo. Pero el cohete ya estaba en casa: había aterrizado exitosamente en el medio de una plataforma oceánica, listo para la próxima misión.
Parece poco pero no lo es: hacer aterrizar un cohete en el medio de la nada es casi tan difícil --y preciso- como encontrar una aguja en un pajar. SpaceX, la compañía que fundó Elon Musk y que tiene como objetivo la exploración espacial, ya había intentado --sin éxito- aterrizar un cohete en el medio del mar en enero.
¿Por qué es clave? En principio porque marca un hito dentro de la tecnología aeroespacial: nunca antes se había podido aterrizar con precisión un cohete en esas condiciones. Pero además porque simplificaría el transporte de carga a la Estación Espacial Internacional, ya que se podrían reutilizar los cohetes para futuras misiones.
“Reusar estos artefactos es algo importante. Nos llevará unos años el hacerlo de manera eficiente , agregó Musk en una conferencia de prensa. En el futuro, el multimillonario espera que los lanzamientos sean con frecuencias de cada semana. “Seremos exitosos cuando este proceso se vuelva aburrido , expresó.
