

Desde hace más de una década, las cadenas comerciales del rubro alimenticio en Argentina idean estrategias para abarcar segmentos cada vez más amplios de consumidores. El rubro supermercadista no es la excepción, y es por eso que hemos visto a las tradicionales marcas de grandes supermercados cómo se están afincando en los barrios a través de locales de tamaño reducido, apenas más amplios que los tradicionales almacenes. Lo que sí resulta relativamente reciente es que este mismo proceso lo estén transitando los supermercados del rubro mayorista.
Ocurre que, en la práctica, los supermercados mayoristas, además de abastecer a otros comercios y empresas, ya tenían entre sus clientes predilectos a los consumidores finales; es decir, a las familias. Sin embargo, la dinámica de compra en un mayorista no es para cualquiera. Por lo general, requiere de movilidad propia, de la posibilidad de trasladarse hacia los grandes galpones (que suelen estar alejados de zonas residenciales) y de la capacidad económica de la liquidez necesaria para realizar compras por cantidad. Por supuesto que la compra al por mayor rinde sus frutos a quienes pueden hacerlo: el "stockeo" es una práctica que puede parecer poco sofisticada, pero es altamente efectiva para hacer frente contextos hiperinflacionarios, en un país que terminará el 2022 con una suba del IPC de tres dígitos.
Ahora bien, para impactar al consumidor que quedaba excluido de esta modalidad de compra, hay cadenas mayoristas que no se quedaron quietas y diversificaron su modelo de negocios. Tal es el caso de Diarco. A pesar de ser la principal cadena mayorista del país, hace cuatro años inició un proceso de expansión hacia el segmento del comercio de proximidad. Es así como lanzó la marca Diarco Barrio. El desafío de iniciativas como estas es competir con las otras cadenas de supermercados, los super "chinos" y las despensas, pero manteniendo la ventaja comparativa del mayorista: el precio bajo. El slogan de Diarco condensa esta apuesta: "precios de mayorista a la vuelta de tu casa".
Hoy en día, cuatro años después, ya son más de 40 los Diarco Barrio, la gran mayoría situados en la Capital Federal. La expansión fue constante, aunque ha presentado algunos contratiempos. Precisamente uno de los Diarco Barrio, el del barrio porteño de Monserrat, supo ser noticia en abril de 2020 (cuando el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio por la pandemia no llevaba ni un mes), cuando inspectores de la Secretaría de Comercio detectaron incumplimientos a los precios de referencia en productos esenciales. "De 20 productos relevados, la mitad presentaba sobreprecios, además de diferencia entre el precio de góndola y el de caja", decía el comunicado difundido por el Gobierno. Ese local fue clausurado preventivamente por 24 horas.
Casualmente, en simultáneo, Diarco contaba con otros dos frentes de conflicto abiertos en dos regiones estratégicas de la nación.
En la Patagonia, trabajadores de la sucursal de El Bolsón denunciaban despidos de empleados (que estaban prohibidos por un Decreto Presidencial de Necesidad y Urgencia) junto con las malas condiciones laborales ofrecidas por la empresa en plena cuarentena. Los despedidos eran un empleado y una empleada que tenían sus familias a cargo. Además, los trabajadores reclamaban el cumplimiento de las normas sanitarias para evitar focos de contagio en una época en la cual los trabajadores supermercadistas entraron en el rango de "trabajadores esenciales".
Mientras que en la Provincia de Entre Ríos, los conflictos no sólo surgieron puertas adentro, sino por parte de las Asambleas Públicas de las Cámaras de Comercio: en agosto pasado se realizó en la ciudad entrerriana de Concordia una Asamblea Pública en la sede del Centro de Comercia Industria y Servicios (CCISC) de dicha localidad, de acuerdo con lo establecido por la recientemente dictada Ley Provincial de Grandes Superficies Comerciales, convocada por la Dirección General de Comercio Interior de la Provincia. En dicha instancia se trató la solicitud de la cadena Diarco para abrir una nueva sucursal en Concordia. "Si bien el resultado de la Audiencia Pública no fue vinculante, el mismo fue ampliamente desfavorable a la instalación de una sucursal de Diarco", declaró el presidente del CCISC, Adrián Lampazzi.
Entre los argumentos que se dejaron por escrito en la Asamblea, se mencionaron como factores de impacto negativo a la "imposibilidad del sector de comercio local de competir con igual escala y perder cuotas de mercado crecientes con riesgo de desaparecer de la plaza", como así también los "riesgos de concentración comercial que revierta las ventajas en precio".
Pese a estos conflictos que le surgieron, Diarco siguió adelante con su estrategia de avanzar en dos frentes: su consolidación en el comercio mayorista y la expansión de los Diarco Barrio. Sin embargo, durante este proceso también recibió buenas noticias: este año, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires otorgó a la firma los Sellos de Impacto Social por haber abierto canales de comercialización dentro de barrios populares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y, en consecuencia, promover el desarrollo económico y social.
En definitiva, Diarco refleja la tendencia del sector: no "casarse" con una sola de modalidad de comercialización y apuntar, simultáneamente, a los distintos segmentos. Lograr ser mayorista en precios y minorista en las modalidades de venta es un desafío que, de ser superado, indudablemente traerá beneficios para empresas y para consumidores.













