Sin duda Barack Obama trataba de ser amable, pero la intervención del presidente de Estados Unidos para conseguir una invitación para que el príncipe Carlos participe del festejo por el aniversario del Desembarco en Normandía fue presentado por los medios de comunicación británicos como otra señal de la debilidad del primer ministro Gordon Brown.

“No corresponde que empecemos a hacer gestiones para los miembros de la familia real , dijo un vocero del premier, sugiriendo que cualquier queja debería dirigirse al presidente Nicolas Sarkozy. Pero los aliados de Brown admiten que resulta imposible que los medios dejen de sugerir que su autoridad está liquidada y el laborismo va hacia un desastre electoral.

Brown esperaba poder concentrarse en la reforma constitucional, pero sus esfuerzos quedaron frustrados por una oleada de renuncias en su gabinete, encabezada por Jacqui Smith, ministra del Interior.

El equipo del primer ministro está furioso, pero se siente impotente. Se quejan porque el secretario de Economía Alistair Darling, y el de Transporte, Geoff Hoon, son atacados en la prensa por el escándalo de los gastos en la Cámara de los Comunes, mientras altos miembros del Partido Conservador parecen haber quedado menos expuestos. “Los medios han decidido que hay una crisis, pero David Cameron y la mitad de su primera fila de escaños han tenido que devolver dinero pagado para gastos, y no oímos hablar mucho de eso , dijo un parlamentario laborista.

Sin embargo, los buitres vuelan en círculo sobre el gobierno de Brown. Una sensación de desesperación se cuela en las conversaciones con los miembros del Parlamento y los ministros laboristas, cuya pasión por la política está debilitada por su década en el poder y el efecto corrosivo del escándalo.

Una encuesta encargada por la BBC muestra que casi 50% de la gente cree que por lo menos la mitad de los miembros del Parlamento son corruptos. En las últimas 48 horas una serie de parlamentarios laboristas anunció que no se presentará en las próximas elecciones.

Irónicamente, la sensación de desaliento ayudaría a Brown en el corto plazo. Se espera que el laborismo pierda en las elecciones locales y europeas de hoy, pero hasta ahora no hay señales de que algunos miembros del partido reúnan la energía necesaria para intentar un golpe interno, aunque eso puede cambiar si los resultados son espantosos para el Partido Laborista.

El mayor peligro para Brown es la reestructuración de gabinete. Esperaba usar la ocasión para hacer jugadas audaces y captar la imaginación de un público aburrido u hostil, pero la renuncia de Smith, a la que se sumó hoy la de Hazel Blears, ministra de las Comunidades, más la humillación pública de Darling le restan impacto a cualquier cambio. Los cambios en el gabinete suelen ser usados por un primer ministro para afirmar su autoridad. Brown sabe que si le sale mal, sólo servirá para aumentar su imagen de debilidad.