Tras la estatización de las AFJP, la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSeS) se ha transformado en una suerte de salvador (al menos, en teoría) de los mercados en crisis. Arrancó financiando líneas de crédito para el consumo y para la adquisición de automóviles y, aparentemente, ahora podría salir también en rescate del alicaído mercado de títulos públicos.
Hace tiempo que en la entidad están explorando la idea de participar directamente del mercado de bonos, de la misma manera que lo hace el Banco Central (BCRA), que puede vender o comprar títulos para cartera propia sin utilizar otras entidades bancarias como intermediarias.
El objetivo de la ANSeS en este caso sería doble: por un lado, darle mayor profundidad y volumen a un mercado que hoy prácticamente no tiene operadores; y por el otro, sostener un poco los precios, que se encuentran a niveles de default. Consultados al respecto, no obstante, desde la ANSeS no dieron más detalles.
El organismo que conduce Amado Boudou tiene en su cartera una amplia proporción de títulos públicos. Solo de las AFJP, la ANSeS heredó en 2008 bonos del Gobierno por cerca de $ 40.000 millones, cifra a la que deberían sumársele los títulos que luego fue suscribiendo el organismo a lo largo del año, para financiar al Tesoro nacional.
La idea de la ANSeS no sería hacer trading (esto es, comprar y vender valores con el objetivo de obtener rendimientos de corto plazo) con toda la cartera, pero sí tener la libertad para ir realizando movimientos puntuales de portafolio, tal como lo hacían en su momento las AFJP, que al igual que el organismo estatal se manejaban con un horizonte de inversión de largo plazo.
Ya hace meses que el mercado secundario de bonos se encuentra sumido en una profunda depresión. Más allá del “efecto AFJP , que obviamente le restó volumen al negocio de títulos públicos, las operaciones también se resintieron porque el contexto internacional de alta volatilidad llevó la aversión al riesgo de los inversores a niveles inusitados, al tiempo que la desconfianza de los analistas en la voluntad de pago de la administración Kirchner asentó la idea de un posible default de la Argentina en 2010 entre los inversores locales e internacionales.
En el último año y medio, de hecho, el índice de Riesgo País de la Argentina, medido por el indicador que elabora el banco de inversión norteamericano JPMorgan Chase, saltó de apenas 500 puntos básicos a más de 1.700. Esto significa que, para empezar a mirar un bono argentino, los inversores le exigen al país una tasa 17 puntos porcentuales por encima de lo que está pagando un título de similar duración del Tesoro de los EE.UU. (paradójicamente, considerado siempre el menor riesgo del mundo).
Poco sorprende por ello que, en el Mercado Abierto Electrónico (MAE), donde operan los bancos e históricamente se negocian gran parte de los bonos, el volumen de operaciones de títulos soberanos haya caído casi en un 73 % en los últimos 12 meses. En febrero, el promedio negociado en el mercado de renta fija local apenas llegó a los u$s 100 millones diarios, contra los u$s 350 millones que se habían operado por día el mismo mes de 2008. La caída es todavía más abrupta si se la compara con el volumen transado en el mes de junio del año pasado, el de mayor volumen de todo el 2008, en el cual se negociaron en promedio poco más de u$s 600 millones diarios.