Desde que explotó la burbuja de activos inmobiliarios y financieros en 1989, Japón padeció cuatro recesiones y la primera deflación experimentada por una de las grandes economías desde la Gran Depresión. La economía inició entonces un largo período de estancamiento, explicado por una baja del consumo, de la inversión y de las exportaciones. La caída del sistema financiero y del precio de las propiedades afectó la riqueza de las familias y las expectativas de sus ingresos futuros. La población entró en pánico y se volvió extremadamente conservadora.

Luego de más de una década perdida de recesión y deflación, la tierra del sol naciente parece haber recobrado su salud económica. En efecto: el producto bruto ha crecido constantemente en los últimos cuatro años, el Nikkei registró un alza del 40% el último año, mientras que las exportaciones presentan un sostenido crecimiento desde comienzos de 2002. A este respecto cabe destacar que, en la actualidad, el tipo de cambio real del yen es el más bajo desde octubre de 1985.

¿Cuáles han sido los factores fundamentales que han permitido a Japón salir del proceso endémico mencionado anteriormente?

Sin duda el principal componente de la recuperación ha sido la implementación, por parte del Banco de Japón (BOJ), de una política monetaria laxa (quantitative easing) consistente en suministrar una excesiva liquidez a la economía vía inyección de efectivo. Esta política de dinero fácil, sumada a tasas de interés cercanas a cero, estimularon el consumo y el crédito cortando de esta manera el ciclo recesivo.

Las exportaciones, por su parte, han sido otro factor muy importante en la reversión de la situación anterior. Las empresas japonesas han sabido aprovechar las oportunidades que ha ofrecido el crecimiento económico mundial. A este respecto, no debe dejar de mencionarse la importancia que ha tenido la política de sostener un tipo de cambio fuertemente subvaluado.

En lo que hace al consumo privado, la recuperación del mismo se convirtió en otro factor dinámico del crecimiento generado, básicamente, por una mayor contratación laboral y su consecuente incremento en las remuneraciones. A este respecto baste destacar que, actualmente, el nivel de desempleo asciende a sólo 4,1%.

Por último cabe mencionar que otro de los componentes de la demanda global que se ha destacado ha sido la inversión privada. El crecimiento de la misma, que ha rondado el 6% en los dos últimos años, refleja los resultados positivos de la reestructuración empresarial así como el aumento de los beneficios vinculados al auge exportador y al consumo interno.

En síntesis, parece evidente que el sol vuelve a brillar para Japón. Todo indica que la segunda economía del mundo ha comenzado a transitar una sostenida senda de crecimiento. Como prueba fundamental de la confianza del gobierno sobre el comportamiento futuro de la economía cabe destacar que, recientemente, el BOJ ha anunciado el fin de la política monetaria laxa. En efecto, próximamente comenzará a aplicar la ortodoxia monetaria elevando gradualmente las tasas de interés para lograr un adecuado equilibrio entre crecimiento e inflación. De esta manera, a partir de ahora, las primeras tres economías del mundo, es decir EE.UU., la Euroárea y Japón, llevarán a cabo una única política monetaria.

De mantenerse las condiciones actuales, estimamos una tasa de crecimiento del orden del 3%, un superávit de cuenta corriente del 3,5% y un incremento de las ganancias corporativas del orden del 10%. Todo indicaría, entonces, que 2006 será un año positivo para quienes elijan a Japón como destino de inversión.